Gaspar Llamazares, líder renovado de Izquierda Unida, dice que la empresa española debe practicar más la responsabilidad social corporativa en Hispanoamérica. Lo cual es absurdo, porque la RSC es como el calentamiento global: un engañabobos. El verdadero objetivo de la RCS es exaltar la imagen del presidente, y los presidentes de las compañías españolas que operan en Hispanoamérica residen en España, si ustedes me entienden. La RCS no es más que para filantropía, y por eso las empresas se muestran en ese punto, más que en ninguna otra división, políticamente correcta. Se dedican al medioambiente, el calentamiento global, la igualdad entre los sexos y otras actividades tan onerosas como inútiles, que ni mejoran la vida ni reducen  la pobreza.  

Personalmente, creo que lo que hay que exigir a las empresas, en Hispanoamérica y en cualquier otro sitio, pero especialmente en los países más pobres, son tres cosas: fuerte inversión, salarios dignos y buen servicio -calidad y precio- al cliente. 

El caso es que, como ejemplo de las malandanzas empresariales por los mundos hispanos, Llamazares apuntó a Unión Fenosa y a Nicaragua, más que nada para apoyar al sandinista Daniel Ortega, comentario poco avisado que tiene mucha enjundia.

En primer lugar, porque el líder sandinista confundió generación y distribución, Unión Fenosa sólo distribuye en Nicaragua, pero no produce electricidad. Eso se queda para cuatro compañías, pública una, privadas otras, que queman fuel, con el siguiente resultado: electricidad cara, insuficiente (80% de  la demanda) por lo que los apagones abundan. Su héroe, Hugo Chávez, les envió motores de fuel, que, ante la necesidad, utilizan continuamente, cuando lo cierto es que estos generadores de emergencia sólo deben utilizarse cuando falla el sistema principal. Total: un caos.

Uno habría aplaudido a don Gaspar si hubiera aconsejado a Ortega que apretara las clavijas a Fenosa para que construyera ciclos combinados de última generación, hidráulicas o centrales nucleares, ajustado el precio con ganas y exigiendo continuidad en el servicio. Y a ser posible por el sistema alemán: pagar al final y que sea Fenosa quien corra con la deuda de puesta en marcha. Lo de la Responsabilidad Social Corporativa podría venir luego.

No sólo eso: posiblemente Llamazares no lo sabía pero estaba abofeteando a su aliada, la vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, quien el 1 de agosto patrocinaba en Managua un acuerdo con el Gobierno Ortega por el que la eléctrica española se comprometía a aumentar su inversiones y Ortega a cumplir con la preceptiva subida de tarifas acordada.

Por cierto, uno de los graves problemas en la distribución en Nicaragua es el fraude... que el Gobierno no hace nada por evitar.

A lo mejor a eso se refiere la responsabilidad de don Gaspar.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com