No obstante, el sector prevé una estabilización en los precios
En 2006 se vendieron 600.000 viviendas. Para pasar a las 450.000 que resultan razonables dadas nuestras condiciones demográficas y económicas deberíamos recortar un 25%. Pero la caída ha sido mucho más abultada desde que el pasado mes de agosto saltara la crisis ‘subprime'. Según los datos de Analistas Financieros Internacionales (AFI) que prestan asesoría al G14 (grandes promotores y constructores), la cifra de iniciaciones ha caído un 40% desde agosto y las ventas también lo han hecho un 50%.Por eso el secretario general del G14, Pedro Pérez -conocido como el "zorro plateado" en el sector- reconoce que la principal preocupación del sector"de lejos" es la crisis crediticia. "No sabemos el impacto que va a tener ni el tiempo que va a durar". Si la crisis se prolongara durante el 2008, el ajuste seria muy severo.
Sin embargo, los grandes constructores son optimistas. O quizás están obligados a serlo. Calculan en 490.000 las viviendas para el 2009 y la estacionalidad en los precios, lo que supone un recorte en términos reales. Eso se traduce en descensos de empleo del orden de entre 200.000 y 250.000 para el 2008 y otro tanto para el 2009. Ningún problema. Ya se solventará con la industria y los servicios, argumenta el director de la Oficina Económica de Moncloa, David Taguas.
Pérez reconoce que a día de hoy existe "un cierre absoluto de los mercados mayoristas de crédito". No sólo en España, sino en todo el mundo. Y presume de flexibilidad. "El sector se ajusta mucho más rápidamente que otros sectores". Más bien que a la fuerza ahorcan. El endurecimiento de las condiciones de crédito ha generado un significativo descenso de la actividad. ¿Cómo capean el temporal? En parte con menos actividad, en otra parte con un traspaso de fondos de inversión a depósitos y por último con la creación de superfondos que "frenen el deterioro". Pero la situación no es fácil. Más que fiscalidad lo que los promotores necesitan es suelo y liquidez. Y actualmente no tienen ninguno de los dos. Sin mimbres, no hay cestos.