- La mora contable tiene que aproximarse a la mora real.
- Y el crédito tardará en fluir hacia las familias y las empresas.
- La cifra de morosidad de 2013 superará el terrible porcentaje de 2012 (10,6%).
- Y todo esto no tiene por qué ser verdaderamente malo si realmente los balances reflejan la realidad.
La morosidad en balance se disparará en los próximos meses. Decimos en balance, porque una cosa es la morosidad real y otra la publicada, la que aparece en el balance de las entidades.
Habremos de esperar a la publicación de los datos a 30 de septiembre cuando vence el plazo para que las entidades, de acuerdo con la carta del director general de Supervisión del pasado 30 de abril, terminen la revisión de sus carteras de créditos refinanciados o reestructurados de acuerdo con los criterios que, ese mismo día, les indicó el Director General de Regulación. Ambos directores generales, del Banco de España. De hecho ya lo anunció el gobernador Linde (en la imagen) la semana pasada: en los próximos meses se espera un repunte de la morosidad.
Lo relevante es el origen del repunte. Una parte vendrá, no cabe duda, del deterioro en el que continúa la economía y otra, que puede llegar a ser muy importante, por el acercamiento de la imagen ofrecida en los balances a la realidad como consecuencia de las instrucciones del Banco de España.
Pero además, las instrucciones del Banco de España a las entidades generarán, muy probablemente, morosidad real al establecer criterios más rigurosos en la refinanciación y reestructuración de créditos que, es posible, anticipen problemas de insolvencia que se habrían dado en cualquier caso pero se habrían reconocido un poco más adelante cuando ya faltara el oxígeno bancario.
¿Hasta dónde podemos irnos de morosidad A finales de 2012, el Banco de España publicó una morosidad del 10,6%. Una cifra muy difícil de sostener con tipos de interés muy bajos, y lo que es más relevante: diferenciales entre tipos de interés cobrados y pagados bajos. Es por eso que los diferenciales se agrandan: mala calidad de los peticionarios y necesidad de las entidades de generar recursos con los que absorber los deterioros de sus carteras. Ya no ven ustedes hipotecas con un diferencial del 0,5% sobre Euribor, sino con diferenciales del 3% y subiendo. El crédito sin garantía cerca del 10%, con tipos de intervención del BCE del 0,5%.
Las entidades han aprendido la lección de la crisis: que la liquidez que ofrece el BCE sea abundante por barata, o barata por abundante como quieran verlo, no les puede llevar a dar crédito a troche y moche. Por otro lado tienen que sanear sus balances y, por último, tienen que corregir el desaguisado que supuso Basilea II que les permitía endeudarse (apalancarse) en una proporción de 49 a 1 (o infinita para deuda pública, o del 142 a 1 para financiar vivienda) y adaptarse a las nuevas exigencias de recursos propios que reduce el apalancamiento a 10 a 1 (infinito para deuda pública, que para eso siempre hay, o 31 a 1 para financiar vivienda).
Nos guste o no, el crédito tardará mucho en fluir y la morosidad por el devenir de la economía, por la adecuación de los balances a la realidad y por el anticipo de la insolvencia que supone el fin de las refinanciaciones y reestructuraciones alegre seguirá creciendo. ¿Esto es malo Pues miren, no. Es doloroso pero necesario. Es el ajuste. Es la resaca de la gran borrachera. Será bueno si las autoridades monetarias y económicas aprenden de esto.
Rubén Manso
ruben@hispanidad.com