La idea la proporcionó el PSOE, pero la está aprovechando el Partido Popular. La seguridad vende, porque, desde el 11-S, la gente tiene miedo y vive en el pánico al otro. De ahí la batería de medidas, muchas de ellas lógicas, porque el miedo telúrico lo producen Ben Laden o ETA, así como la incertidumbre sobre el futuro del mundo, pero el miedo próximo lo provoca el delincuente callejero, y es terreno abonado para la cultura de la muerta (no comprometerse con el futuro) y para el racismo (los delincuentes se identifican con los inmigrantes, en lugar de con la miseria).

Naturalmente, el aborto, la mayor violencia que se ejerce en España (y en todo Occidente) ha quedado fuera de las medidas propuestas por el Gobierno Aznar contra la delincuencia, concretadas por el ministro José María Michavila. Sin embargo, en todo lo demás Aznar sabe que cuenta con el apoyo de la opinión pública, que le está pidiendo mano dura. Ya se sabe que cuando la sociedad siente miedo está dispuesta a hacer concesiones en su margen de libertad. Las próximas elecciones, tanto las municipales de 2003 como las generales de 2004, serán las elecciones del miedo.

Lo cual no deja de resultar repugnante.