El presidente del Tribunal de Cuentas, Ubaldo Nieto, ha sido claro : Controlar las donaciones anónimas es imposible. A su juicio, quienes defienden esta vía de financiación, tratan de burlar los mecanismos de transparencia. Pero es que además, Nieto manifiesta su incomodidad ante la fiscalización de los partidos políticos. No existe ningún órgano de fiscalización de los países de nuestro entorno que fiscalice a los partidos políticos aclara. Según explica, los partidos no son Administración Pública y, sin embargo, son fiscalizados con normativa y criterios de Administración Pública.
No ha querido entrar en el debate sobre la corrupción política ni sobre el 3%, temas que ha evitado con ejercicios de cintura graciosos: No soy partidario de los rings, sino de los espacios abiertos. Señala que, como presidente del Tribunal de Cuentas, no tiene información sobre esas realidades y sugiere que los medios inventan la realidad al modo que las matemáticas y las ciencias crean la realidad inventada. Eso está bien, sino seria todo aburridísimo, apunta. Vamos, que lo del 3% ha sido un invento de la prensa. Con un par. Eso es cintura y lo demás son tonterías.
Tampoco ha querido contestar a la presunta irregularidad de que los partidos recibieran fondos públicos para financiar el último referéndum sobre la Constitución Europea. Se ha montado un sistema especial y el Tribunal de Cuentas lo examinará, fue la escueta respuesta.
Por otra parte, Nieto critica la infrautilización de una pieza que califica como clave para el control político y la gestión. Puede que los ciudadanos observen un gap de calidad democrática, pero yo no soy el autor de ese gap, concluye.