La Asamblea de la CECA ha probado un "Contrato de la sociedad española con las cajas de ahorros" donde apuestan por ser fundaciones-empresas
Uno diría que si el contrato con la sociedad española lo proponen las cajas a la sociedad no debe darse por cerrado unilateralmente, pero se ve que el sector ahorro quería cerrar su nonagésimo quinta Asamblea (Madrid, miércoles 18) diciéndole al vicepresidente Pedro Solbes y al gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que no quieren convertirse en sociedades anónimas.
El presidente Pedro Solbes, hasta allí donde es posible entender sus siempre equívocas declaraciones, ha prometido (Congreso sobre Cajas de Ahorros organizado por la UGT en Zaragoza) que no habrá cambios en la naturaleza jurídica de las cajas.
En teoría, El gobernador MAFO tampoco está por la labor, pero no deja de insistir a las cajas que emitan cuotas participativas que, aunque se niegue, no son más que el primer paso para la conversión de las cajas en SA. Pues bien, la actual naturaleza de las cajas de ahorros podríamos calificarlas como de mutuas politizadas. Mutuas por cuanto en todas las leyes autonómicas prima la participación de los impositores –clientes depositantes- pero politizadas en cuanto que partidos y sindicatos han opado las listas de impositores además de su propia representación por cuotas.
En cualquier caso, en el mencionado Compromiso las cajas se autoproclaman fundaciones-empresa –que no deja de ser la misma definición del Tribunal Constitucional, que la calificó como instituciones-empresa. Recalcan así su papel como entidades sin ánimo de lucro y su apuesta por la obra benéfico-social que legitima su modelo. No obstante, en cuanto fundaciones, quedan al albur de la solución italiana: conversión de las cajas en fundaciones pero fundaciones que poseían el 51% de una sociedad anónima llamada caja. Ya se sabe dónde acabó el sistema italiano.