Sr. Director:
El actual Gobierno de la nación ha convocado a todos los españoles el próximo 20 de febrero de 2005 a un referéndum consultivo y no vinculante sobre el nuevo Tratado Constitucional de la Unión Europea, vulgarmente llamado Constitución Europea. En puridad de conceptos es un Tratado más, como lo fuera el de Acta Única, Maastricht, Ámsterdam o Niza, pero no es propiamente una Constitución.
Se ha abierto un amplio debate que no ha hecho más que comenzar, en el que existen opiniones muy diversas y encontradas con argumentos a favor del sí y del no, incluso también del voto nulo. Pocos son los que tienen un criterio formado al respecto, lo que evidencia que en su mayoría no se ha leído y estudiado con profundidad este texto, entre otras cosas, debido a la poca difusión del mismo.
Quiero entender que la mayoría de los españoles somos europeístas, ya que nuestros derechos y libertades se garantizan mejor dentro de la Unión Europea que fuera. La traumática experiencia de dos guerras mundiales y la lucha contra el comunismo ha llevado a los políticos conservadores y liberales europeos a defender la colaboración entre naciones en lugar de la confrontación como forma de asegurar la paz y la libertad de movimientos de personas, bienes, servicios y capitales.
Los distintos partidos políticos no han dejado de fijar posiciones. Así, el partido del Gobierno está impulsando el sí a la Constitución Europea, entre otras razones porque van a acabar firmándola ellos, aunque se les critique que pretendan convertirlo en un plebiscito de Zapatero, que busca salir reforzado por la votación, aunque independientemente del resultado al final hará lo que le parezca oportuno.
El principal partido de la oposición también ha abanderado el sí, entre otras cuestiones porque argumentan que con independencia de que pueda hacerse un uso poco recto por el Gobierno de su resultado, se trata de un asunto que afecta a la totalidad de los españoles y es lo más recomendable. Si bien entienden que el Gobierno no ha negociado convenientemente la cuota de poder que le corresponde a España, piensan que es un mal menor. También parece que quizás les mueva un cierto qué dirán a nivel europeo, y por aquello de no desarrollar una política antisistema y radical.
Sin embargo, no piensan así los partidos nacionalistas como la ERC, el PNV o el BNG, quiénes ya han anunciado su voto negativo al considerar que la Constitución Europea es un Tratado entre naciones y estos partidos separatistas no consideran a España como tal nación. Entienden que tanto Cataluña como el País Vasco o Galicia son una nación y que España es una comunidad de naciones y no reconocen su existencia. Desde IU denuncian el texto por ser poco social.
Por último, habría una posición más que es la de aquellos conservadores, liberales e incluso socialistas cuyo voto a la Constitución Europea se decanta por un no, y que a diferencia de los nacionalistas y separatistas lo fundamentan en que el poder de decisión que ostenta España en el Tratado disminuye respecto al alcanzado por Aznar en el Tratado de Niza, que estará no obstante vigente hasta 2009. España como Polonia son los grandes perjudicados en la Europa de los Veinticinco, y no formará parte de los cinco países grandes. Quiénes apuestan por esta opción piensan que aunque salga un no a la Constitución Europea de Giscard seguirá vigente el Tratado de Niza, por lo que no se produciría ningún vacío constitucional ni legal y seguiría funcionando la Unión Europea.
En definitiva, argumentan que de aprobarse la Constitución Europea el poder de decisión política y económica de España se reduciría drásticamente. Critican la política exterior española del nuevo Gobierno socialista que se ha decidido por una política antiamericana aliándose con Chirac y Schröeder, perdiendo en las recientes negociaciones las cuotas de poder alcanzadas en el Tratado de Niza, teniendo menos escaños en el Parlamento Europeo y menos votos en el Consejo. Con la distribución de votos que firmó Rodríguez Zapatero, España se ha quedado sin capacidad de formar minorías de bloqueo en cuestiones vitales para nuestros propios intereses. Por todo ello, prefieren quedarse con el Tratado de Niza, dando su voto negativo a la Constitución Europea, a la vez que pretenden evitar que este referéndum sea un plebiscito a favor del actual presidente del Gobierno, quien ha roto el consenso con el partido mayoritario de la oposición en política exterior y ha abierto un proceso de des-construcción de España.
Frente a la idea de que esta Constitución Europea podría servir para diluir el fenómeno separatista, es ingenuo pensar que un texto intergubernamental depositado en la lejana Bruselas pueda ser el antídoto frente a la avalancha nacionalista, máxime cuando ni siquiera la propia Constitución Española lo es.
Finalmente, en el texto de la actual Constitución Europea no se ve una Europa definida, no se sabe de dónde viene ni a dónde va. No reconoce las raíces cristianas de Europa, condena la pena de muerte pero no regula ni defiende la vida desde el nacimiento hasta la muerte, con lo que se abre camino al aborto y a la eutanasia en muchos países miembros. El concepto que se tiene sobre el matrimonio no es exclusivamente la unión de un hombre y de una mujer, ya que se da cabida a cualquier otro sucedáneo y combinación contraria al de la propia naturaleza humana.
¿Qué hay que votar entonces? ¿Lo que nos dicen el Gobierno y el principal partido de la oposición? Cuando hay tantas opiniones tan distintas y se ha organizado tanto revuelo por algo será. Europa no sufre sin la Constitución y España sufrirá mucho con ella. Rodríguez Zapatero se llevará el mérito y los demás, no se sabe. ¿No es mucho pedir por Europa?
Javier Pereda Pereda
jpereda26@hotmail.com