- El inversor y analista personal Federico Sáenz de Santamaría denuncia el control de los mercados de los grandes bancos, aunque el perdedor es el ahorrador.
- Para entrar en renta variable es necesario conocer el mercado de bonos: "De lo contrario es como jugar al parchís".
- Hay contradicciones difíciles de explicar: la rentabilidad del bono ucraniano bajó del 11% al 9% en los días posteriores a la crisis con Rusia.
- El bono irlandés, a pesar del rescate, ofrece una rentabilidad (2,9%) inferior al bono español (3,09%)
- El 68% de las operaciones en EEUU se deciden con algoritmos de microsegundos, con comisiones muy bajas y volúmenes altísimos.
- Société Generale, HSBC, Barclays, Royal Bank, y Deutsche Bank se comen y se guisan el mercado del oro.
- Los mercados de derivados y el del petróleo son para especialistas: "hay que huir de ellos como de la peste".
El inversor y analista personal Federico Sáenz de Santamaría pone negro sobre blanco las grandes contradicciones de los mercados financieros, controlados, además, por grandes corporaciones bancarias, aunque será el sufrido ahorrador -que no suele saber dónde está invertido su dinero- es el paga el pato. Sáenz de Santamaría comienza con los depósitos, incide en la necesidad de conocer el comportamiento de la curva de los tipos de interés. Antes del entrar en los mercados de materias primas y dividas, el analista deja claro que "Si no conocen los mercados de divisas, no pueden conocer los mercados de materias primas y si se desconoce éstos, tampoco se puede conocer el mercado de bonos. Paralelamente, sin seguir el mercado de bonos, la inversión en renta variable es como jugar al parchís".
Estas son sus consideraciones:
El concepto de riesgo se mide en la posibilidad que asumen los inversores de que los beneficios que buscaban se conviertan en pérdidas. Teóricamente en el caso de los depósitos, en los que la rentabilidad es menor, la tolerancia al riesgo es baja. No es de extrañar, sin embargo, que el ahorrador observe con enorme preocupación como la rentabilidad de los depósitos está bajando de forma brusca, moviéndose en el 1%. En las letras a tres, seis y 12 meses, la rentabilidad es inferior al 1%, aunque la inflación se mueve en términos negativos. La rentabilidad que obtiene, por tanto, es mínima y no satisface en absoluto al inversor.
Para encontrar opciones más rentables es preciso seguir el comportamiento de la curva de los tipos de interés. En principio todo indica que se producirá un aplanamiento de la curva con vencimientos en el corto y medio plazo (nunca superando un horizonte de tres o cuatro años). Ningún inversor bonista debería invertir en este tipo de activo financiero sin un seguimiento periódico de la curva de tipos. De lo contrario, está jugando a la ruleta.
Los mercados financieros son de una riqueza inimaginable. Saénz de Santamaría cita solamente dos referencias.
La primera: el bono ucraniano ofrecía una rentabilidad en los primeros 15 días de marzo del 11%. Sin embargo, no pareció afectarle que la situación se empezará a complicar después en el país: cerró marzo con una rentabilidad del 9%. La segunda referencia es la rentabilidad del bono griego, que ha sido del 33,55% en lo que va de año.
La rentabilidad de los dos bonos, el ucraniano y el griego, supera, sin embargo, y ampliamente, a la del bono español, que se mueve en torno el 3%.
Se repite la máxima de rentabilidad/riesgo: rentabilidades altas exigen riesgos altos y movimientos de volatilidad bruscos.
No se debe olvidar nunca que en cualquier bono la ecuación rentabilidad/precio se mueve es en sentido inverso: el cupón puede ser bueno, pero a largo plazo (5-10 años), los riesgos son muy altos por los movimientos de tipos de interés. Los inversores se decantan en este tipo de inversión a través de los fondos de inversión, pero en la mayoría de los casos no son conocedores ni de los riesgos que asumen.
Si uno no conoce los mercados de divisas, no puede conocer los mercados de materias primas y si desconoce éstos, tampoco puede conocer el mercado de bonos. Paralelamente, sin seguir el mercado de bonos, la inversión en renta variable es como jugar al parchís. El analista señala que "no voy a tirarme el pegote de que conozco en profundidad todos esos mercados, pero sí lo suficiente para moverme en ellos, que ya es bastante". Están tan interrelacionados, y se comunican entre ellos a tal velocidad, que el inversor que no los sigue tendrá muchas dificultades de entender este mundo financiero.
En los mercados se repiten con frecuencia contradicciones difíciles de explicar.
Irlanda, por ejemplo, que acaba de salir del rescate, implica menos riesgo que España, a pesar de que no ha sido vigilada, como la isla, por el FMI o el BCE. Pues bien, mientras por el bono español se paga un 3,09%, por el bono irlandés se paga el 2,917%. Claro, uno se queda perplejo.
Otro ejemplo. La hecatombe se ve venir en Grecia. Comparen, si no. La reciente subasta de 3.000 millones en bonos griegos se colocó al 4,75%, pero cuidado: las peticiones para suscribir superaron los 20.000 millones. ¿Qué harán los mercados bonistas, ahora adormecidos, cuando empiecen a subir los tipos de interés en 2015-2016 y el rally del bono termine Sólo Pimco-Blackrock tienen una cartera de bonos superior al PIB alemán, que supera los tres billones de euros. Está claro: la tormenta se convertirá en huracán y miles de inversores se arruinarán.
El mercado se mueve en una batalla entre la tecnología y la regulación porque están manipulados. Lo prueba la compleja trama en la que se utilizan con igual tesón la tecnología y los algoritmos para tomar posiciones en milisegundos/microsegundos. En Estados Unidos se deciden en esos términos, nada más y nada menos, que el 68% de las operaciones en los mercados. Y encima, con comisiones muy bajas y volúmenes altísimos. Saque usted las conclusiones.
Vayamos al mercado de materias primas, un activo muy volátil en la semana. En el oro, el precio fix se fija dos veces al día mediante una conferencia telefónica. No hay ninguna intervención ni, por supuesto, ningún organismo supervisor, pero el mercado está controlado por los cinco grandes: Société Generale, HSBC, Barclays, Royal Bank, y Deutsche Bank. Entre se lo comen y guisan y a las 10:30 y a las 15:00 horas fijan el precio. Al ser un mercado OTC, es un mercado bajo el mostrador.
Pero donde hay dinero de verdad es en los derivados, en los que fijan los precios las mismas entidades que, por ejemplo, emiten las opciones compradas por las que los clientes pagan unas primas. Por supuesto, tendrán valor siempre y cuando el precio del oro este a su favor. Un colega conocedor de este mercado, apunta Sáenz de Santamaría, "me indica que no lo ve en sus máximos de 1.920 y se pondría muy peligroso si pierde el 1.180. Mi única experiencia fue únicamente de forma virtual y perdí hasta la camisa. Me ha ocurrido también con el petróleo. Son dos mercados únicamente para especialistas. El resto debería huir de ellos como de la peste".
Mariano Tomás
mariano@hispanidad.com