Por ejemplo, es importante que los funcionarios, precisamente a los que les habían congelado el salario, han trabajado el 29 de septiembre más que ningún otro día.
También lo es que ni Méndez ni Toxo puedan ocultar el fracaso de la convocatoria. Sencillamente, no tenían al pueblo con ellos. Un fracaso tan rotundo que probablemente estemos hablando de la última huelga general, porque, encima, la actitud prepotente del los piquetes les ha restado todo apoyo social.
Thacher acabó con los sindicatos británicos enfrentándose a ellos. En España, son las propias centrales las que se han suicidado. El demonio se precipitó a los infiernos por la fuerza de la gravedad, decía Chesterton. En efecto, eso es lo que les ha sobrado a lso sindicatos: gravedad, es decir, orgullo.
Es lo mejor del 29-S: las dos grandes centrales están llamadas a cambiar o desaparecer, dejando su lugar a otros defensores de los trabajadores, un papel más que necesario.
Eulogio López
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