Hace ya algún tiempo cayó en mis manos un folleto titulado El juego de la ruleta vírica editado por la Asociación ARVO de Salamanca, que no tenía desperdicio, y que me viene a la memoria a raíz del humanitario gesto que han protagonizado nuestras insignes y preclaras autoridades gubernamentales enviando no sé cuantos kilos de preservativos a un determinado país de África.

Sr. Director:

Es una reacción típica visceral-infantiloide, ante el llamamiento de S.S. Benedicto XVI, quien sólo deseaba aclarar ideas y prevenir de una situación real, para intentar disminuir el impresionante número de muertes que se producen anualmente en ese continente, en la espantosa agonía del SIDA.

Y lo que más me llamó la atención de lo que leía en aquella época, y me sigue llamando ahora, es que en ningún momento incluían o citaban en sus razonamientos, argumentos de tipo moral, religioso o de algún tipo de creencia. Sólo físicos y médicos.

¿Porque sabe el público que utiliza el preservativo que su fiabilidad anticonceptiva es tan sólo relativa debido al tamaño de los poros del material de que está hecho: el latex, que permite la circulación más o menos libre de los espermatozoides a través suya? ¿Y que si éste se tensa, es decir, se estira, dichos poros sufrirán lógicamente la misma o mayor dilatación? Se ha podido comprobar que ésta es la causa de la sorpresa de tantos y tantas cuando se encuentran con el resultado de la prueba que hicieron en aquel momento tonto.

A lo mejor el Papa quería que se reflexionase sobre esto.

A lo peor esto es también lo que ha inquietado a las esferas donde se promovió el masivo envío antes citado, y que, por lo que se ve, siguen empeñados en promocionar el sistema que se demuestra como más eficaz propagador del dichoso virus.

Alberto López Palanco
lopezpalanco@gmail.com