Pretensión inútil es querer etiquetar la persona divina de Jesús de Nazaret, verdadero hombre y verdadero Dios. En todo igual a nosotros, menos en el pecado. Con Cristo nos pasa como en el juego de las 7 y media, o nos pasamos o no llegamos. Los evangelios canónicos son el único documento fidedigno - reconocidos oficialmente- por medio de los que podemos conocer algo de la personalidad de Jesús.
No son pocos los que aceptan, con datos extraídos y basados en los evangelios, un Jesús dulce, compasivo, tierno, misericordioso, amante de los niños, de los pobres, enfermos, pecadores; paciente, comprensivo, amigo, amoroso y delicado hasta el extremo… Basados en las mismas fuentes, otros muchos ven, siguen y admiran un Jesús enérgico, exigente, justo, sin pelos en la lengua, enfrentado a los hipócritas, indignado con los poderosos, firme ante las autoridades veleidosas, defensor de los desfavorecidos y pequeños, marginados etc; que come con pecadores y defiende a prostitutas etc..
Podemos concluir que la personalidad de Jesús es tan singular, única y poliédrica, que resulta imposible cualquier etiqueta. El mismo Jesús es quien proclama los valores del Reino, de las bienaventuranzas, de la vida feliz, de la inocencia de los niños y de los pobres, de la divina misericordia, del amor de Dios, con un ejemplo sublime en su Pasión y muerte...; a la vez, es el mismo Jesús el que recrimina su hipocresía a los fariseos, escribas, doctores de la Ley- " raza de víboras, sepulcros blanqueados" – llama "Satanás" al pobre Pedro, condena los escándalos de los niños, limpia el templo sin contemplaciones de los cambistas y negociantes y anuncia el INFIERNO ETERNO, y el justo juicio de Dios a todas las naciones de la Tierra.
Conclusión: Quien se acerca sin prejuicios a la personalidad de Jesús, queda fascinado por su inconmensurable valor, hasta el punto de hacer realidad la conocida frase:
" A Jesús es imposible conocerle y no amarle ;amarle y no seguirle; seguirle y no identificarse con EL". Única persona en la Historia de la humanidad, que sin haber escrito ni solo libro, haber predicado solo tres años y muerto joven, pobre y abandonado a los 33 años, como impostor y criminal, tras un juicio injusto, ha influido y sigue influyendo en la Historia como ningún otro hombre, nacido de mujer. Este es el líder que a los cristianos, nos ha deparado la Providencia divina para suplir nuestras miserias y mediocridad. ¡¡Loado sea mi Señor; a él la gloria por los siglos de los siglos¡¡.
P.Miguel Rivilla San Martín