Que la izquierda trata de penetrar en las estructuras de la Iglesia, no es nuevo. Que la Iglesia iberoamericana ha estado infectada de teología de la liberación, de corte marxista, durante los años 70, tampoco. Ahora, con el siglo XXI, llega una teología de la liberación-bis. La novedad es el nuevo revestimiento utilizado por la izquierda para sembrar la lucha de clases: la teología indígena. La batalla entre patronos y trabajadores ha sido sustituida por la lucha entre etnias. Se apuesta por lo indio, pero se rechaza la figura de San Juan Diego, a quien se tacha de sumiso.

Ahora, la diferencia estriba en que tesis y antitesis se pueden confrontar con la financiación del petróleo venezolano. El petróleo da para eso. Su maldición impide el desarrollo de los pueblos que lo albergan. Pero permite financiar a los nuevos Che Guevaras del siglo XXI. Sotanas incluidas.

La cronología y los detalles los pueden encontrar aquí. El pasado mes de mayo se celebró en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el XI Encuentro Nacional de Sacerdotes Indígenas. En septiembre, se celebró en Tuxpan, Veracruz, el Encuentro Nacional de Seminaristas Indígenas con el objetivo de buscar caminos para la formación sacerdotal inculturada. En noviembre, se produjo también en México el encuentro nacional de religiosas indígenas.

Pero el más interesante de estos encuentros se produjo en Santiago de María, en El Salvador. El encuentro sobre pastoral indígena y teología india fue convocado por el secretario de Pastoral Indígena de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), Monseñor Felipe Arizmendi, sucesor de Samuel Ruiz en la conflictiva diócesis de Chiapas. Entre los temas de la agenda: La V Asamblea de la CELAM, realidad de los pueblos indios y propuestas pastorales. También este año se celebrará un Foro Indígena de América, en la ciudad de Guatemala, curiosamente, una ciudad con un nuevo obispo auxiliar, Gonzalo de Villa, SJ, formado por el conocido teólogo de la liberación P. Ellacuría, SJ.

Las propuestas de este intento de asalto están muy bien en el documento conocido como Grito de Riobamba, elaborado por Monseñor Samuel Ruiz: Pasaremos del ecumenismo de intenciones al reconocimiento mutuo de las iglesias, depositarias complementariamente de la verdad y santidad del único misterio de Cristo, y superaremos las actitudes de centralización y autoritarismo de la Iglesia Católica. Un compendio de errores doctrinales, según señaló el arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval.

Por último, llama la atención que la carta de la CELAM en la que se convoca la reunión preparatoria del próximo mes de febrero no haya sido emitida en Santa Fe de Bogotá, sino en San Antonio de Texas, sede del arzobispo indigenista Patricio Flores. La ciudad texana alberga desde 1972 el grupo residual Cidoc de Cuernavaca, fundado por el fallecido teólogo liberacionista Iván Illch.

Luis Losada Pescador