Los políticos son gente muy divertida. Hacen pactos y ni tan siquiera es que los incumplan, es que los someten todo al posibilismo en el que desarrollan sus vidas. Un compromiso es para un político algo que hay que adecuar a las circunstancias concretas, y cambiantes, de cada día.

Por ejemplo, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, considera que sigue vigente el pacto con Mariano Rajoy, consistente, en versión del alcalde, en que él ganaría las elecciones de 2007, pero en 2008 cedería el cargo a Ana Botella para convertirse en secretario general del PP y número dos en las listas de los populares al Congreso de los Diputados por la circunscripción de Madrid.

Según Rajoy, no está claro que exista tal pacto (recuerden que es gallego : Mariano confía en Rajoy pero no le cuenta absolutamente todo) y, además, en caso de existir lo que no podría asegurar- Gallardón podría pasar al Parlamento pero no ser secretario general del PP, puesto para el que se está pensando en Javier Arenas, que no es gallego pero sí andaluz.

Luego está Zaplana, al que todos dan por finiquitado en el Grupo Parlamentario, y cuyos méritos consisten, principalmente, en valerse de la pareja periodística formada por el director de El Mundo, Pedro J, Ramírez, y por el locutor Federico Jiménez, para hacer valer su enorme influencia en la política nacional.

Todo esto parece un chiste, pero lo cierto es que representa la dura realidad. Mientras, tras la prematura muerte de Loyola de Palacio, a quien Rajoy se encargó de colocar en vía muerta, resulta que el PP se ha quedado sin líderes, por lo que todos quieren ser líderes, especialmente los que más han fracasado en las urnas, como Josep Piqué. Es una ley física: cuanto más vacía se tiene la cabeza y el corazón, más se sube, por puro impulso de las corrientes de aire. Todo hace pensar que ni aunque Zapatero siga siendo un desastre, el PP no logrará levantar el vuelo : demasiadas incongruencias ideológicas, demasiadas ambiciones personales, y dos líderes históricos esperando que todo se pudra para acudir en su auxilio : José María Aznar y Rodrigo Rato. Lo mejor, insisto, es que se hunda el PP. Lo peor, la lenta agonía que atraviesa desde 2004, porque ni come ni deja comer. Ni se aproxima a La Moncloa ni permite, o bien un volver a empezar, una revolución en el partido, o bien que surja una alternativa.

Eulogio López