Sin embargo, déjenme resumir otra idea que no parece haber pasado más desapercibida. Benedicto XVI acude otra vez al titular periodístico, es decir a las idea-fuera, es decir, a la cuasi-evidencia para recordarnos lo que siempre se nos olvida, lo que tenemos delante de nuestros ojos: los límites de la ciencia, que, como apunta el sentido común, son casi ilimitados. El titular de Benedicto XVI de que "ninguna ciencia puede decir de dónde viene y a dónde va". Hablaba del ser humano, naturalmente.
Por eso las teorías del ‘Big Bang', y todos los evolucionismos que el mundo han sido, se nos empieza contando la película por la mitad. Al final, la ciencia sólo explica cómo se desarrollan las cosas, pero no por qué existen cosas, ni de dónde venimos, ni a dónde vamos. Y, con todo respeto, eso es muy poco. Sólo los necios se pueden conformar con tamaña impotencia.
Eulogio López
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