Si desde estas líneas nos limitáramos a ser benevolentes o, simplemente, "políticamente correctos" diríamos que La fuente de la vida es una historia de amor que narra la infatigable búsqueda de un científico para encontrar el remedio al cáncer que atenaza a su amada esposa. Pero como la película reúne un conjunto de despropósitos poco convincentes es preferible entrar al trapo y señalarlos.

En primer lugar, esta producción de Darren Aronofsky (compañero sentimental en la vida real de la protagonista, la actriz Rachel Weisz) incide en todos los tópicos sobre la Inquisición española, ya que este relato es un viaje, a través del tiempo, que tiene como uno de sus principales escenarios el Siglo de Oro español y la colonización. Por si no estuviéramos ya "alucinados" de cómo los españoles contamos nuestra historia, viene el inculto de Darren Aronofsky (que parece primo de Dan Brown) y aporta su granito de arena y su ignorancia. Seguro que los entendidos en medicina, biología, botánica, etc. tampoco se mostrarán muy receptivos con las burradas que lanza este portentoso muchacho…Y no vale concluir que se trata de una historia de ciencia ficción y que todo está permitido.

Casi todos los directores jóvenes quieren demostrar su valía realizando una película "intelectual". Aronofsky disfraza la fragilidad argumental con una buena fotografía, unos magníficos efectos especiales y un calculado montaje. Pero que todo esto no confunda a nadie: el resultado es un mero ejercicio pedante.

Para: Los que vean todas las historias de amor aunque no tengan ni pies ni cabeza en su desarrollo