Sr. Director:

Cuando los obispos hablan del matrimonio como algo entre hombre y mujer nuestro presidente Rodríguez Zapatero suele repetir lo mismo: la fe no legisla. Sin decirlo expresamente, parece claro que da a entender que defender el matrimonio sólo entre hombre y mujer es una cuestión de fe, que además se quiere imponer.

No sé si es de todos es conocido que en China, país en el que los católicos son un 1%, el matrimonio es algo sólo admitido entre hombre y mujer. Supongo que es debido a las presiones del Vaticano, porque ese 1% debe ser de armas tomar y cuando se ponen en plan quintacolumnistas con este tema, en Tiananmen se deben echar a temblar.

Desconocía sin embargo el fervor católico de Helen Clark, primera ministra neozelandesa. Tampoco estaba al tanto de la religiosidad profunda de Luiz Inázio Lula da Silva, ni de la del Comandante cubano Fidel Castro (supongo que confirmada con el viaje de Juan Pablo II a la isla). O la quizá oculta religiosidad del líder turco Recep Tayyip Erdogan. O el catolicismo fervoroso de cualquiera de los mandatarios de los restantes 193 países del mundo (el 97% del total) en los que el matrimonio es una institución sólo entre hombre y mujer. He puesto ejemplos recientes pero supongo que debería ser la profunda devoción católica de Indalecio Prieto, James Callaghan, Franklin Delano Roosevelt, Indira Gandhi o de Olof Palme la que les llevó a aferrarse al matrimonio como algo entre hombre y mujer: debió ser esa fe la que les hizo tan adelantados a su tiempo, al exigir una paridad total entre los dos sexos en esta institución.

No sabía nada de eso. Menos mal que me ha abierto los ojos. Gracias, señor presidente. El siguiente paso es llamar a consultas a los embajadores españoles en esos 193 países para que dejen claro a esos gobiernos que imponen su fe a sus ciudadanos, que son homófobos y que España se opondrá a tamaño atropello de los nuevos derechos humanos vislumbrados por nuestro presidente.

Santiago Chiva de Agustín

santichiva@yahoo.es