En esto somos únicos, irrepetibles. Lo peculiar de España, es que, por bajar a la arena de lo concreto, el Presidente Zapatero prefiere intervenir a favor de la italiana ENEL con tal de fastidiar a Manuel Pizarro, que es del PP, por la misma razón que prefiere calificar al asesino etarra o al batasuno Otegi como hombres de paz, al tiempo que tilda a su adversario democrático, Mariano Rajoy, como ultraderechista. No, lo propio de España no es el intervencionismo, sino el cainismo.
E.ON mismo, vendida por la derecha política española y por Pizarro como el acabóse del libre mercado, no es otra cosa que una multinacional creada a toque de corneta por el canciller Schröder, de la fusión de dos eléctricas alemanas, a la que se añadió la gasera pública Ruhrgas. E.ON nació a partir del matrimonio forzoso entre VEBA (Vereinigte Elektrizitäts- und Bergwerks-Aktiengesellschaft, fundada en 1929) y VIAG (Vereinigte Industrie-Unternehmungen AG, fundada en 1923). Y ocurrió anteayer, como quien dice, en el año 2000, justo cuando don Rodrigo Rato, otro preclaro liberal, prohibía la fusión entre Endesa e Iberdrola, y dejaba a ambas empresas al albur de otras compañías europeas más grandes y menos rentables. Los liberales son así (por cierto, ahora mismo otro insigne liberal español, asesor y articulista de pro, está ganando sus buenos dineros intentando que Imperial Tobacco se coma a Altadis. En nombre del liberalismo y la no intervención, España está en venta).
Y todo ello ocurrió, porque así le plugo al gobierno germano, que no necesita ocultar su intervencionismo empresarial, porque en Alemania existen clanes, sí, existe la derecha y la izquierda políticas, sí, existe norte y sur… pero cuando se trata de defender lo suyo todos se unen frente al foráneo. Berlín, antes Bonn, dijo quién tenía que mandar en la neonata E.ON y nadie chistó: era bueno para Alemania.
Y lo mismo ocurrió en Francia. Cuando ENEL, precisamente ENEL, se quiso hacer con la francesa Suez, el gobierno francés sencillamente ordenó a la privada Suez que se fusionara con la pública Gaz de France. Y Bruselas se quedó calladita.
¿El Reino Unido es una excepción? No, lo que ocurre es que Gran Bretaña juega a otra osa: juega a controlar el ahorro europeo, los grandes fondos, en el mercado financiero de Londres, referencia de Europa. Con el tejido industrial británico –o norteamericano. Ocurre lo mismo que Hilaire Belloc afirmaba de la nobleza británica: "Los aristócratas ingleses son los sujetos más sencillo del mundo, que miran con la mayor indiferencia todos su títulos, mientras no sean títulos de propiedad".
El problema de España es que vive en permanente guerra civil, y seguimos, como en las guerras carlistas, buscando aliados en el exterior. Al final, el extranjero llega… y acaba dándose cuenta, como el señor Bernotat, que se ha metido en una guerra imposible y que lo que debe hacer es pactar con el caballero blanco del contrario y dejar a los dos bandos españoles tirados en la cuneta. Todo muy edificante.
Pero hay más: los españoles somos guerra civilistas y, además, no creemos en el futuro. No es un problema de estructura de la propiedad. Ni de liberalismo frente a estatismo ni de empresa privada frente a empresa pública. Es un problema de falta de confianza en el propio país. La España actual es una España desmayada. Pero eso, cuando un emprendedor español triunfa y conforma una gran empresa lo primero que hace es pensar en vender y convertirse en rentista. Nótese que los Entrecanales han necesitado endeudarse por cerca de 9.000 millones de euros y compra acciones, mientras que ENEL es el Estado italiano y E.ON, que es privada no tiene liquidez, pero sí gran capacidad de endeudamiento. Por eso, el señor Bernotat apenas tiene acciones de E.ON, mientras que los Entrecanales se han gastado una pasta en comprar el 2,13% de Endesa, y aun así, ha tenido que aliarse con ENEL para seguir adelante. Al final, tomará el dinero y dejará a los italianos, que tienen vocación de permanencia, que tomen el control de Endesa. Al final, se demuestra que no es la propiedad la que asegura la continuidad de las empresas, sino la confianza en el futuro del país, uno de los componentes, aunque no el único, del patriotismo. En cualquier caso, no se hace empresa para ganar dinero, sino para prestar un servicio. Para ganar dinero, mejor invertir en bolsa, comprar deuda del Estado, especular con el suelo o comprar lotería. Y esto no es un principio ético, sino una descripción.
Una España guerracivilista… y desmayada, que no cree en su futuro ni se respeta a sí misma. ¿Es de extrañar que cada vez pintemos menos en el consorcio europeo y en el concierto internacional? Una España desmayada, donde el lema es "toma el dinero y corre".
Y por cierto, Roma no paga traidores. Y nunca mejor dicho, porque en esos momentos, el Gobierno de Roma, el de Prodi, debe de estar sujetándose los ijares de tanto reír. Romano Prodi le tomó el pelo a Rodríguez Zapatero en el llamado Pacto de Ibiza, en el que le ofreció Telecom Italia para Telefónica a cambio de Endesa para ENEL. El grandísimo ignorante que es ZP dio entrada a ENEL en Endesa –provocando un desbarajuste que ha obligado a Manuel Conthe a dimitir-, sin darse cuenta de que, ni Prodi podía ofrecer TI ni Telefónica lo deseaba.
Ya la guinda la ponen los millonarios españoles: el papelón de José Manuel Entrecanales, que no podrá gestionar Endesa y que terminará por vender su participación a ENEL a cambio de una buena plusvalía y de una tarjeta donde diga "presidente de Endesa". Todo muy creativo y muy patriótico.
Eulogio López