La CMT no atraviesa su mejor momento. El consejo de la CMT se ha sumado a su presidente, Carlos Bustelo, en su rechazo al traslado de la sede a Barcelona. El ambiente en la casa no es el más propicio para trabajar, aunque como afirma el Secretario de Estado de Telecomunicaciones, Francisco Ros, "no tiene nada que ver el traslado" con la marcha de los trabajos pendientes.

 

Ayer informamos sobre el estudio que realiza la CMT sobre los precios de referencia en el mercado de las telecomunicaciones. Y hoy les informamos sobre la queja formal presentada conjuntamente por ONO y Auna por las dificultades que encuentran para contratar con la "platajunta" digital.

 

Recordamos que el Gobierno exigió a la plataforma resultante que abriese los contenidos a la competencia, de forma que se eliminasen los efectos perversos de la concentración monopolística. El problema es que las 23 condiciones impuestas por Rato en su momento no se cumplieron con el Gobierno popular y mucho menos con el actual Ejecutivo ZP.

 

Los cableros denuncian la incapacidad para acceder a los partidos de la Champions o a los partidos estrella de la liga. Además, los derechos sobre las películas de las grandes productoras también quedan en el embudo del monopolio. Y claro, así resulta muy difícil poner en valor las inversiones del cable: existe inversión en infraestructura, pero serias dificultades para dotarlas de contenidos. Un asunto muy bonito para que fuera examinado por el Tribunal de Defensa de la Competencia, que para eso el PP renovó obscenamente dos de sus vocales el sábado 13 de marzo.

 

El asunto es importante porque se pone en juego no sólo la viabilidad económica de los cableros, sino el mismo principio del pluralismo informativo. Polanco controla la plataforma digital única, un canal en cerrado, y una cadena de televisiones locales en abierto (Localia). Súmenle el "poder fáctico fácilmente identificable", el diario El País, las editoriales y las inversiones latinoamericanas. El "mix" es un cóctel explosivo de audiencia, influencia y poder.

 

Una vez salvada Localia de la amenaza de la anterior Ley Audiovisual, Polanco medita su estrategia a futuro: O potenciar Localia, o abrir Canal , o adquirir uno de los canales de TVE. Los rumores de privatización llevan semanas circulando por los mentideros. Quizás por eso la directora general de RTVE, Carmen Caffarel, ha hecho pública esa auditoría de infarto en la que pone de relieve que el Ente finalizará el ejercicio con unas pérdidas de 757 millones de euros, un 21 por ciento por encima de lo previsto.

 

"¡Esas pérdidas son intolerables!". Solbes y MAFO aplauden a coro: "Tendremos que decidir si queremos financiar la TV pública o la educación". Algunos consejeros de RTVE se muestran contrarios a la privatización, pero no niegan la posibilidad de un escenario que contemple un ERE, asunción estatal de la deuda y privatización parcial.

 

De momento hay varios proyectos empresariales encima de la mesa. Aunque quizás sean el mismo. Los nombres son conocidos: Polanco-Cebrián, Cisneros y González-Slim. El proyecto es muy inteligente desde la óptica socialista: hacemos caja (aunque sea poca), le hacemos un favor a nuestro amigo que seguro sabrá de devolver en forma de aderezo de contenidos y de paso, le endosamos el problema laboral que sólo él sabe cómo tratar: a lo cántabro, con perdón.

 

Y mientras este plato se cocina en el restaurante Prisa, la CMT sigue sin atreverse a meterle mano a un monopolio de derechos audiovisuales que ha empezado a amenazar la viabilidad de las cadenas en abierto. ¡Alucinante!