Finalmente, se sigue adelante con la política de rescates. Así lo decidió este fin de semana el ECOFIN.

Se rescatará a Irlanda, es decir, a los inversores financieros (aquéllos que no pasan dificultades a fin de mes) en deuda pública irlandesa, y luego se salvará a Portugal, a España y a Italia y a Bélgica. En resumen, en Estados Unidos se salvó con dinero público a los bancos privados y ahora la Unión Europea pretende salvar con el dinero de los contribuyentes (los que llegan a fin de mes y los que no, porque tantos los unos como los otros pagamos impuestos) a la deuda pública lanzada al océano de liquidez por políticos irresponsables. Un círculo vicioso que sólo se romperá cuando se imponga la política de dejar quebrar a los bancos privados y dejar quebrar a los países quebrados.

Pero la inmoralidad no radica sólo en utilizar al contribuyente (pobres y ricos) para salvar al inversor y al especulador (todos los ricos o al menos no pobres) sino en lo que supone la actitud del ECOFIN.

Porque claro si lo que se pretende es salvar a Irlanda, lo que hay que hacer es transferir rentas de los países ricos a los irlandeses. He dicho a los irlandeses, no al bono irlandés. Es decir, más fondos, sean regionales, sociales, de cohesión o de lo que quieran. Eso es dinero contante y sonante que los países ricos trasfieren a los pobres a través del Presupuesto. Con ese espíritu se creó la Unión Europea y la solidaridad europea, hasta que entramos en una economía financista. Ahora, resulta que los únicos fondos que se utilizan son los fondos de rescate, para salvar a inversores y políticos irresponsables.

Europa ha perdido, no sólo sus esencias cristianas sino, además, el espíritu fundacional de solidaridad con el que nació. La solidaridad con los más desfavorecidos ha muerto: ahora sólo queda la solidaridad con los inversores. Y a esa Europa no juego.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com