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24 horas antes de que se conozca el Gobierno aún se desconoce el futuro profesional de Rodrigo Rato.
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El Estado saneará los bancos, así que todos han comenzado a moverse.
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Rajoy cede ante los banqueros: habrá fusiones pagadas y sigue pendiente el banco tóxico.
Sesión de Investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. No habla de banco tóxico y sí de reconversión del mapa bancario. En plata: fusiones pagadas hasta conformar tres, máximo cuatro, grandes grupos bancarios. Ahora bien, fusionar no es sanear. Y lo cierto es que cuando Rajoy habla de obligar a las entidades bancarias a actualizar sus balances, es decir, reconocer sus pérdidas bien la cartera inmobiliaria, lo que está diciendo es que el Estado pagará esas pérdidas. Y el precio de la CAM ha resultado abusivo como para generalizarlo.
Por de pronto, las palabras de Rajoy disparaban en la City madrileña el rumor de una fusión, engañada por ambas partes, pero eso es lo de menos, entre Bankia y Caixabank. Eso supone juntar 8.000 sucursales en un sólo mercado: España. Por tanto, nadie pude decir las ayudas públicas qué precisarán pero mejor no pensar en ellas para no asustarse.
Y no sólo eso, una fusión siempre plantea un dilema de lucha por el poder en las cúpulas. Quizás por ello, nada más hablar de fusión, se ha disparado el rumor consiguiente: que Rodrigo Rato todavía ahora, a 24 horas de que se anuncie la composición del nuevo Gobierno, podría entrar en el Ejecutivo y dejarle vía libre a Isidro Fainé.
Por lo demás, la llamada a las fusiones supone un método mucho más caro aún que el banco tóxico pero con una carestía menos visible.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com