La escuela de banqueros BBV, marginada por FG, lidera la banca y la industria españolas
Ignacio Sánchez Asiaín, hijo del histórico presidente del Banco de Bilbao, José Ángel Sánchez Asiaín, el hombre que comenzara el proceso de fusiones bancarias en España, es el nuevo director general de la cuarta caja de ahorros del país, la vizcaína BBK. La delicada salud del actual presidente, Xabier de Irala, encamina así hacia la presidencia futura de la entidad.No sólo eso, el gran proyecto económico del Gobierno vasco es la creación de la gran entidad financiera Euskalduna, producto de la fusión de las tres entidades de ahorro de Euskadi: BBK, La Kutxa donostiarra y la entidad de Álava, Caja Vital.
Dicha fusión nunca se ha podido llevar a cabo por dos razones: la pugna en el PNV entre Vizcaya y Guipuzcoa y el hecho de que Caja Vital estuviera controlada por el PP hasta las últimas elecciones. Ahora está controlada por el socialista Gregorio Rojo, hermano del presidente del Senado, Javier Rojo.
En cualquier caso, el más bancario es el nuevo director general de la BBK, Ignacio Sánchez Asiaín.
Por otro lado hay que recordar que Asiaín junior es otro de los represaliados del BBVA, Francisco González (FG). Los despedidos por FG, todos ellos procedentes de la escuela BBV, copan ahora la banca y la industria españolas. Por citar sólo algunos nombres recientes, Jaime Guardiola, otro represaliado por FG, es el consejero delegado del Banco Sabadell, y Miguel Navas lidera Bank PYME. Por no hablar de los numeroso directivitos de la escuela vasca de financieros en el Santander, el Popular, en cajas de ahorros y en bancos de inversión extranjeros.
En el caso de Ignacio Sánchez Asiaín, cuya última responsabilidad en BBVA fue el control para Iberoamérica, la razón de su marginación fue enfrentarse a FG por su política de compras en el extranjero. Para ser exactos, FG prescindió del director general de la BBK cuando este se opuso a la compra del norteamericano Compass Bank. A la vista de los resultados de dicha adquisición parece claro quién tenía razón.