Los sindicatos de Iberia -los de tierra, que no el SEPLA- han demostrado responsabilidad al desconvocar los paros navideños, que tanto daño habría infligido a una cuenta de resultados ya muy castigada (270 millones de pérdidas durante los nueve primeros meses del año). Bueno, más que desconvocar, aplazar, pero algo es algo.

Iberia ha tenido muy pocos problemas con su personal de tierra. Por el contrario, se ha enfrentado desde hace ya demasiados años al acoso de sus trabajadores privilegiados, los pilotos, los primeros culpables de todo lo que ha ocurrido.

Por eso, Antonio Vázquez, presidente de IAG y de Iberia (en la imagen), debería ahora tender la mano a los sindicatos. Cuando una compañía tiene pérdidas puede recortar gastos o aumentar ingresos. Y cuando propone un esfuerzo a los trabajadores puede, o bien despedir y pagar menos o bien aumentar las horas de trabajo y seguir pagando igual… o algo menos.

Por otra parte, hay que insistir en que lo de IAG es una fusión fría: una sola empresa, una sola cotización bursátil… pero dos compañías comercialmente independientes que compiten entre sí, pues mire usted, eso no aguanta el paso del tiempo. Entre otras cosas porque cuando se produce una fusión es para que los puntos flacos de uno de los contrayentes sean cubiertos por los puntos fuertes del otro y viceversa. Porque ya son uno.

Y esto es particularmente cierto en las empresas de transporte aéreo donde la clave de las sinergias radica en los 'hub', es decir, en los viajes de red.

Ahora, a British le va bien y a Iberia mal, porque el tráfico aéreo en el Atlántico norte van mejor que en el Atlántico sur, pero años atrás sucedía justamente lo contrario. También, porque British hizo su ajuste antes y no tenía, como su socio, al enemigo en casa -es decir, los pilotos del SEPLA-.

Ahora bien, el resto de la plantilla, la inmensa mayoría, ha aguantado los planes de congelación de salarios. Se trataría de no empequeñecer Iberia sino todo lo contrario, sin aumentar los costes. Eso sí, en lugar de despedir exigir más productividad a los trabajadores y exigir a British que la fusión fría se convierta en caliente. Esa es la tarea de Antonio Vázquez y del Ceo de Iberia, Sánchez Lozano: crecer, no menguar. El ministro de Industria, José Manuel Soria, ya ha advertido que no existe ninguna razón para cerrar líneas con Iberoamérica, por ejemplo.

Eulogio López

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