En medio está Fernando Conte, que distingue entre el ‘private equity' y el capital-riesgo

El presidente de Iberia, Fernando Conte, comparecía a mediodía del miércoles ante los accionistas de la Compañía que celebraba su Junta General. Y antes se enfrentaba a los periodistas, algo que siempre le resulta incómodo (aunque creemos que a Conte y a todo empresario).

Y todo ello el día después de que British Airways, en principio el comprador mejor situado para Iberia, pues ya posee un 10% de la compañía, se viera sometido a otro rally alcista, claramente especulativo, que disparara los rumores de una posible OPA sobre la aerolínea británica: el cazador cazado.

Empezando por el final, lo que cuesta entender en el caso Iberia es el porqué, el porqué se vende. Como recuerda Conte, la empresa no puede ir mejor, y posee un núcleo duro que dispone del 40% del capital. Su posición nuclear en el tráfico entre Europa e Iberoamérica le convierten en una compañía envidiada, y su estructura financiera es inmejorable.

El propio Conte se vio obligado a defender el actual proceso. Así, recuerda los precedentes de Swiss Air y Air France-KLM. Ahora bien, ni Air France ni KLM se pusieron en venta, sino que fue un proceso de fusión. Por su parte, la compañía suiza estaba quebrada, por lo que necesitaba de alguien que la reflotara. Y lo mismo pude decirse de Alitalia, al borde del colapso y, donde por cierto, Iberia no quiere entrar ni de broma. Pero ninguno de esos precedentes sirve para Iberia, que ni tiene problemas económicos, ni estratégicos ni de ausencia de dirección.

Entonces, ¿por qué se vende? Pues muy sencillo, porque el núcleo duro español, formado por Caja Madrid, BBVA, Altadis y El Corte Inglés, quieren vender. La iniciativa partió de Caja Madrid, fue apoyada con entusiasmo por BBVA y Altadis. El capitalismo español, ya se sabe, se distingue por el "toma el dinero y corre".

Pues bien, en ese escenario, Conte insite en que Iberia puede ser comprada o compradora, que sólo espera a que "surja la posibilidad". En su momento, su predecesor, Xavier de Irala, aconsejó al núcleo duro que comprar British Airways, que en aquel entonces valía menos que Iberia tras una profunda crisis de la compañía británica. No le hicieron caso, y ahora es Iberia quien puede caer en manos de British.

Ahora bien, el Consejo, mejor, el núcleo duro, quiere que sea una aerolínea quien se lleve la parte del león (con socios españoles, porque la mayoría del capital debe estar en manos españolas, aunque esa condición es de fácil falseamiento) mientras que los ejecutivos prefieren los fondos de capital-riesgo.

En este sentido, merece relatarse le distingo que hace Conte entre empresas de private equity y fondos de capital-riesgo. Según él, el capital-riesgo es más especulativo y se dedica a trocear empresas para repartirlas, lo que no ocurre con el ‘private equity'. Por si no había quedado clara su postura, Conte aduce que TPG, la primera y única oferta –y no formal- recibida por Iberia, estuvo 10 años en Continental antes de salirse. Los ‘private equity' por decirlo así, serían los buenos de la película, porque, además, "arriesgan más".

Y en verdad es posible que un fondo de capital-riesgo aguante en una firma, pero eso es porque la apuesta ha sido más arriesgada. El dogma del C-R siempre es el mismo: las partes valen más que el todo. Esto es, trocear y vender.

En este sentido, resulta ‘sospechoso' que Conte se refiera a las "líneas de negocio cada vez más independientes" de Iberia (hablamos de ‘handling', mantenimiento, transporte de pasajeros, etc.) da que pensar: eso es justamente lo que le conviene al capital-riesgo.

En definitiva, los propietarios tienen más tendencia a que el comprador sea una aerolínea, que si se abre una batalla en condiciones ofertará lo mismo o más que un fondo, mientras los ejecutivos intentan que sea el capital-riesgo quien se lleve el gato al agua. La razón es evidente: las aerolíneas saben del negocio y tienen sus propios ejecutivos. Los fondos, por contra, necesitan de los gestores, al menos en una primera etapa.

Se supone Conte que está jugando ambas bazas: lograr le mejor precio y, al mismo tiempo, una aerolínea que complemente a Iberia.

Por lo demás, las espadas siguen donde estaban: Lufthansa dice que las uvas están verdes, mientras Gonzalo Pascual, presidente de Spanair, niega cualquier intento de hacerse con Iberia y afirma que es la propia ex compañía de bandera quien propala esos rumores. Otro juego de palabras: en efecto, Pascual no quiere ni puede comprar Iberia, lo que quiere es presidirla, a costa de introducir a sus socios de Lufthansa en Star Alliance para que se coman Iberia. Pascual tiene tantas ganas de presidir Iberia como el representante de TPG en España, Alfonso Cortina. Y ambos lo niegan, en público, con gran contundencia.

Al final, lo que demuestra el caso Iberia es que para jugar en división de honor continental o mundial no sólo hace falta dinero y experiencia: también hacen falta ganas. A Lufthansa le asesora la boutique financiera Noqca, propiedad de Emilio Noelia y Jorge Calvet, procedente el primero del SCH y el segundo de Credit Suisse y UBS. Casualmente, sólo casualmente, Emilio Novela vicepresidente de Marsans y Spanair.