Pues, a 10 días de las urnas, mi opinión es que votaré en blanco. No, no me abstendré. Resulta que creo en el sistema democrático y en la participación en la toma de poder, pero no me gusta ninguna de las opciones posibles, así que he decidido introducir el sobre vacío en la urna. El voto en blanco tiene un mensaje muy claro: quiero participar en el sistema de poder y en la toma de decisiones pero no me gusta ninguno de ustedes, no me gusta lo que proponen.
Días atrás expresé por qué no considero que un cristiano no podía votar a Esperanza Aguirre, actual presidenta de la Comunidad de Madrid. Decía que no podía otorgar mi confianza a quien, como la pepera madrileña, financia con dinero público el aborto privado… ni creo que pueda hacerlo ningún católico.
Si algo caracteriza al centro-reformismo pepero es la tibieza y esta es una muestra más de tibieza. Me explico. Nada más publicar el precitado artículo un asesor de Esperanza Aguirre me envía un mensaje para recordarme que el artículo 19 de la repugnante ley Aído obliga a Esperanza a financiar abortos en abortorios privados, dado que "con el fin de asegurar la igualdad y calidad asistencial de la prestación a la interrupción voluntaria del embarazo, las administraciones sanitarias competentes garantizarán los contenidos básicos que el Gobierno determine, oído el Consejo Inter Territorial de Salud".
Me dan ganas de responderle que cuando uno defiende la vida del más inocente y más indefenso, bien puede acogerse a la letra o al espíritu de la ley, y que ese artículo es bastante esquivable para quien quiera ser coherente con el derecho a la vida. De hecho, todas las prestaciones sanitarias en centros privados concertados dependen de que las dos partes acepten el concierto.
De hecho, el ilustre consejero de Sanidad de doña Esperanza Aguirre, de nombre Javier Fernández Lasquetty no sólo no es remiso a firmar acuerdos con clínicas abortistas sino que se muestra muy celoso a la hora de obligar a sus hospitales y a sus centros concertados a tenerlo todo preparado por si llega el momento.
Y más: el cambio introducido por la ley Aído es que convierte al aborto en un derecho cuyo ejercicio la autoridad pública debe facilitar. Ahora bien, no ocurría así con la ley de Felipe González, de 1985. Sin embargo, doña Esperanza, dos legislaturas al frente de la Comunidad de Madrid, ha facilitado y financiado el aborto a todas las mujeres que se cargaban a sus niños con los correspondientes conciertos con clínicas privadas.
Deben tener mala conciencia los asesores de Aguirre para justificarla de tal forma y, espero, debe tener más conciencia ella. Es una cuestión de coherencia. Por eso mismo, por coherencia, Hispanidad ha decidido no aceptar propaganda electoral del PP madrileño para las próximas municipales y autonómicas del mes de junio. Sencillamente, porque es un partido que no sólo conculca los valores no negociables (vida, familia, libertad de enseñanza, libertad religiosa y bien común) sino que se niega a reconocerlo. Es lo que se llama tibieza, propia de la derecha pagana en la que se ha convertido el Partido Popular de Mariano Rajoy.
Eulogio López
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