Y del pasado al presente: Blesa también se ha negado a seguir la sugerencia del Gobierno regional para que entre en el accionariado de Iberdrola, tras salir de Endesa con una fuerte plusvalía. Aguirre no es una ‘fan' de Ignacio Galán, pero ya ha dicho que le parece fatal eso de que una empresa pública francesa se haga con una española... aunque sea con el apoyo de su amigo Florentino.
Pero las elecciones ya han pasado. Ahora Blesa, históricamente confiado en la protección áulica de Aznar, se ha dado cuenta de que la cosa va a en serio. Sin embargo, todavía no tiene preparado el relevo. Sabe que no podrá renovar en 2009 hasta el 2015 y no ha conseguido ni la Presidencia de FCC ni la de MAPFRE. Y de nada le valdría una Presidencia de Iberia, pues en ella deberá estar apoyado desde Caja Madrid. No sólo eso: cualquier sucesor de Blesa -Estanislao Rodríguez Ponga, Fernández Norniella o el propio Gerardo Díaz Ferrán, los tres consejeros en representación del PP- han sido marginados. De hecho son los menos informados de todos. Blesa se apoya en el comunista Moral Santín, el único que sabe en la Caja cuánto cobra Miguel Blesa, quien se ha auto-otorgado un importante aumento de honorarios en la recta final de su mandato. A Santín le ha convertido en consejero de MAPFRE, mientras empieza a desconfiar de Alberto Recarte, al que Blesa considera demasiado cercano al Gobierno regional. Naturalmente, ha negado cualquier pase de Gerardo Díaz Ferrán y de su socio, Gonzalo Pascual, siempre anhelantes por entrar en Iberia, ellos, que son del negocio.
Y, además de en Moral Santín, para luchar contra Aguirre, Blesa se apoya en el mismísimo gobernador socialista del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, e incuso se muestra decidido a abrir el tarro de las esencias de las cuotas participativas, tan queridas al Banco aunque no lo necesita para nada.
El método para esta marginación es muy sencillo. La razón es muy sencilla: el presidente de Caja Madrid tiene un estilo de mando absolutamente opaco, los consejeros no se enteran de nada y los directivos, sólo de su compartimento estanco.
En cualquier caso, Blesa se ha plantado ante Aguirre: no piensa dimitir, y agotará su mandato en 2009, aunque ni sueña con renovar, como podría hacerlo y pensaba hacerlo, hasta 2015.
No sólo eso, sino que ha plantado batalla. Desde Caja Madrid se ha lanzado una andanada contra el hombre de confianza de Aguirre, el vicepresidente Ignacio González, probablemente el hombre sobre el que hoy surgen más bulos capitalinos. Es cierto que González es el "Guerra" de Aguirre, el responsable de los asuntos más difíciles: Caja Madrid, Telemadrid o los consorcios urbanísticos. El presidente del Canal de Isabel II cuenta con el apoyo de dos peones bregados en conspiraciones: Pedro Antonio Martín Marín -a las órdenes, además, del presidente de la CEOE, el precitado Díaz Ferrán- y de Pedro Pérez, antaño presidente de Vía Digital y hogaño al frente de los productores audiovisuales. Para Blesa, González y sus chicos pueden convertirse en la Filesa de Aguirre, con acusaciones ciertas o falsas, que eso, a la postre, poco importa en las conspiraciones. Y por cierto, el aliado Santín vuelve a ser aquí pieza fundamental.
Y es que el presidente de la Caja está dispuesto a morir matando. Por eso, no ha dejado de aprovechar el error monumental de Ignacio González y Francisco Granados, que la misma moche del 9 de marzo estaban lanzando -entre otras cosas por SMS, entre cargos políticos y sociales- la candidatura de Esperanza Aguirre, la gran triunfadora del PP en la noche triste, como sucesora de Mariano Rajoy y candidata de la derecha a la Presidencia del Gobierno. 24 horas después Mariano Rajoy anunciaba su permanencia el congreso de junio, y Esperanza Aguirre corría presurosa a apoyarle y asegurar que ella no competirá con le jefe en el precitado Congreso.
Y Blesa feliz.