Salvo para evitar las nuevas exigencias de recursos propios que Basilea II y el Banco de España- exigen a las cajas de ahorros. Es la única razón por la que La Caixa pretende agrupar sus participaciones industriales, cuyo valor eleva por encima de los 20.000 millones de euros, en una especie de Corporación Industrial.
Por cierto, ¿qué sería de algunas cajas de ahorros sin la aportación de sus grupos industriales? Pues nada. De la misma forma, que los grandes grupos bancarios SCH y BBVA- serían muy poca cosa si no se aprovecharan de sus participaciones en Iberoamérica.
Sin embargo, pasando de la teoría a la práctica, existe otro efecto, buscado o no, sobre el actual grupo catalán, y es el alejamiento de su órbita de un hombre que lo ha sido todo en La Caixa: el actual presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau. Entre la entrada de Sacyr, y la dependencia intermedia de un accionista a su vez incluido en un conglomerado con su correspondiente Consejo de Administración, la verdad es que La Caixa se convierte en un accionista relevante de la petrolera, pero no en el accionista de referencia. Dicho de otra forma: Antonio Brufau se aleja de Ricardo Fornesa e Isidro Fainé. Lo haya buscado o no, el caso es que es así.