- Argelia controla el 43% e Ipic Cepsa controlará el 42%.
- Gas Natural Fenosa se quedará con el 15% restante.
- España cometió el error de construir una súper infraestructura gasista interna que está infrautilizada.
El gasoducto Medgaz, de 757 km de longitud, es el más importante entre España y Argelia, en el que se invirtieron más de 1.000 millones de euros. Es la alternativa al otro gasoducto, también entre Argelia y nuestro país, que pasa por Marruecos.
En un principio, el accionariado de Medgaz estaba formado por Sonatrach, del Gobierno de Argelia, Cepsa (IPIC), del Gobierno de Abu Dabi, Iberdrola, Endesa, del Gobierno italiano, la francesa GDF Suez, British Petroleum y Total. Estas dos últimas, sin embargo, vendieron su participación a Sonatrach e Iberdrola.
En diciembre de 2012 se produjo otro episodio de compra-venta de participaciones. Iberdrola anunció la venta de su 20% a la belga Fluxis, venta que no se cerró porque Sonatrach y Gas Natural Fenosa (GNF) -que ha adquirido un 10% a la primera- ejercieron su derecho de tanteo y ha mostrado su interés por ese 20%. También tienen intención de hacerse con el 12% de Endesa.
La última operación se ha conocido esta semana: Cepsa y Gas Natural Fenosa van a comprar la participación de GDF Suez, esto es, su 12%. Resumiendo: cuando se cierren todas estas operaciones, el accionariado de Medgaz quedará así: Sonatrach tendrá el 43%, Cepsa (IPIC), presidida por Khadem Al Qubaisi (en la imagen) un 42% y Gas Natural Fenosa el 15% restante. Se pasará de siete accionistas a únicamente tres, con un solo representante español -GNF- con una participación mínima en la sociedad.
El caso es que el Medgaz no tiene interés para las empresas españolas. Para entenderlo: a España llega gas por dos vías: a través de gasoducto o vía marítima, en barcos especiales. Por el gasoducto va el gas en su estado natural, pero para transportarlo por barco antes hay que licuarlo, proceso que se realiza en plantas especializadas. Cuando el barco llega a su destino, el gas pasa por otra planta regasificadora, y de allí, a la red gasista que lo distribuye por la península.
En España cometimos un error. En su día se construyó una súper infraestructura gasista -muchas plantas regasificadoras- y una red que actualmente está infrautilizada. Y ahora, encima, la demanda de gas está bajo mínimos.
Miriam Prat
miriam@hispanidad.com