Decíamos ayer... que el movimiento provida no tiene por qué dársela de aconfesional porque de hecho no es confesional, aunque sí es cristiano.

Pues bien, hoy 'superamos' el Día de la Anunciación y el próximo sábado 29 comienza DaLaVida, un movimiento en defensa del no nacido de lo más confesional: pretende convertir cada parroquia en un centro provida. ¡Cosa más repugnantemente confesional! Estoy por denunciarles.

Observen lo que cuenta Derecho a Vivir, una asociación sobre la que puede decir esto: no me gusta de dónde viene pero sí a dónde va. Y también me gusta su presente, porque son tipos -y tipas- valientes que defienden la vida.


Pero también ellos caen en el posibilismo, y así aseguran que el Gobierno Rajoy tiene su apoyo para legislar en favor de la vida pero debe evitar la tentación de abandonar el anteproyecto en función de la coyuntura política. Para entendernos, Gallardón eres un grandísimo cabrito con lunares verdes y vistas a la calle pero, por favor, te necesitamos, Alberto, continúa adelante con esa ley que, en lugar de eliminar a 118.000 inocentes solo exterminará a 112.000.

Oiga, y a lo mejor es verdad que hay que apoyar hasta tan repugnantes extremos la reforma Gallardón, pero eso de dar palmaditas al promotor del homicidio porque ha decidido cargarse a 99 en lugar de a 100 pues, qué quieren que les diga, a mí me parece que míster Gallardón no es tan digno de consuelo. Para mí que no se merece una palmadita sino otro tipo de roce en otra ubicación. Sí, apoyemos que el aborto deje de ser un derecho, que ya era el colmo, e intentemos -se puede conseguir aunque me temo lo peor- que los disminuidos no pierdan su derecho a la vida e incluso -esto sí que no lo espero pero sí que resultaría revolucionario, podríamos intentar acabar con el coladero del aborto psíquico, exigiendo que fueran dos médicos independientes quienes decidieran si mantener al hijo con vida puede originar un quebranto en la salud de la madre homicida.

En cualquier caso, Derecho a Vivir inventó el aborto cero. Par mí que resultaría más positivo que volviera a esa casilla de salida. Entre otras cosas porque, lo crean o no, esta tenebrosa era abortera, paraíso de la cobardía y donde los tuertos gallardonenses se convierten en reyes, no terminará con una paulatina reducción del número de infanticidios tras sutiles estrategias políticas y de comunicación. Caerá de repente, como cae el telón de las grandes tragedias y entonces será cuando nos preguntaremos: Dios mío, ¿qué hemos hecho

Pero, vamos, carantoñas a Gallardón las justas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com