No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. El problema de Zapatero consiste en intentar la paz en Euskadi a cota de las víctimas y a favor de los verdugos. Ojo, de los dos tipo de víctimas que existen en el País Vasco: de los asesinados o mutilados, física y anímicamente, por ETA y la de los vascos no violentos que no se atreven a hablar en voz alta en la calle. El problema de Euskadi no es de paz, sino de libertad y de cobardía. Es decir, no hay paz porque no hay justicia.
Ahora bien, ni aunque se hiciera la paz a favor de la víctimas. Aunque se respetara la libertad en el País Vasco, aún quedaría el segundo apartado del aforismo: No hay justicia sin perdón. Eso sí, yo añadiría que el perdón puede existir sin arrepentimiento del perdonado, pero es vacuo. En definitiva: no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón… y no hay perdón sin arrepentimiento.
¿En todo esto piensa ZP? No parece. ZP inició la negociación con ETA con el objetivo político de pasara a la historia electoral –la única a la que es aspirante- como el pacificador de Euskadi. La paz, en sí misma, le importa más bien poco. Para él, Euskadi no es más que una excusa.