Si Estados Unidos endurece su postura con Irán, que acaba de elegir a un presidente especialmente fanático, al que los estadounidenses acusan de terrorista, por haber participado presuntamente en la ocupación de la embajada de USA en Teherán, el efecto sobre el precio del crudo puede ser terrible, pero sobre el precio del gas mucho más. Irán es un gran productor petrolífero pero, sobre todo, es un gran productor de gas. En su subsuelo se almacenan el 17% de todas las reservas mundiales. Y el precio del gas afecta más a Europa que a ninguna otra zona de la OCDE o mundo rico. A fin de cuentas, la Unión ha sido el primer firmante del protocolo de Kyoto y con la excepción de Francia, tiene paralizadas sus inversiones nucleares. En definitiva, necesita del gas.

Mientras, Washington aún no ha conseguido de la Rusia de Putin un compromiso para no seguir colaborando técnicamente con el régimen iraní. Una cuestión de lo más preocupante.