En las elecciones presidenciales norteamericanas no gana John Kerry, sino que pierde George Bush. Algo parecido a lo ocurrido en España el 14-M: ni ganaba Zapatero ni ganaba Rajoy: perdió Aznar, que no se presentaba pero al que varios millones de españoles estaban empeñados en pelar sus bigotes engreídos. Incluso consideraban que era un buen gestor, un tecnócrata: simplemente, no le soportaban. Así, el 57% de los encuestados norteamericanos que dan la victoria al candidato demócrata consideran que están más influidos por lo que no les gusta de Bush que por lo que les gusta de Kerry.

 

La encuesta de la revista Time, publicada cuando se inicia en Boston la Convención democrática, es significativa (aunque, una vez más, en Estados Unidos como en Europa, se invierte tan poco en encuestas que la ficha técnica no permite hacerse muchas ilusiones). El candidato demócrata John Kerry obtiene una promesa de voto del 46% frente al 43% de Bush, mientras el otro candidato, Ralph Nader, ecologista norteamericano (es decir, protector de los consumidores) se queda en el 5%.

 

Al parecer, los norteamericanos ven a Kerry como un buen chico que les va a arreglar sus problemas domésticos, por ejemplo, la sanidad. Más curiosidades: el 49% de los encuestados piensa que la guerra de Iraq fue un error frente a un 46% que la considera un acierto. Pues bien, pese a eso, un 50% cree que Bush liderará mejor la lucha contra el terrorismo internacional, frente a un 42% convencido de que el mejor anti-Ben Laden sería Kerry.

 

¿Acaso están locos los norteamericanos? No. Pueden estar hastiados de mentiras, de una guerra forzada y de las vergonzosas torturas a prisioneros realizadas por soldados norteamericanos. Pero eso no quita que Estados Unidos, al revés que ocurre en Europa, no haya caído en el síndrome de Estocolmo, del que el presidente español, Rodríguez Zapatero, es un perfecto ejemplo. Los norteamericanos saben que están en guerra, y que contra el terrorismo se necesita firmeza.

 

Por eso no es de extrañar que los pesos pesados del Partido Demócrata, Bill Clinton y Al Gore, abrieran la convención con críticas a la política internacional de George Bush, a la pérdida del aliado europeo, etc. Algo así como decirles: nosotros, los demócratas, también sabemos hacer política exterior, también tenemos las ideas claras.

 

Más. La brecha también se abre cuando se les pregunta a los encuestados quién defenderá mejor los valores morales: un 48% piensa que Bush, por sólo un 40% para  Kerry. La población WASP sigue siendo mayoritaria en Estados Unidos, y su origen es protestante. Sin embargo, pocos pueden entender que el católico Kerry defienda el aborto y se empeñe en comulgar cuando la jerarquía católica ha advertido que, en sus condiciones, no puede hacerlo. Es decir, le está diciendo que está cometiendo un sacrilegio.

 

Y es que hay gente que no necesita ser católico para valorar la coherencia.

 

Eulogio López