• Erdogan acata pero no respeta la decisión del Constitucional de levantar el bloqueo de Twitter.
  • Y Cuba acusa a EEUU de desestabilizar el país desde la red social. 
No cabe duda de que el respeto a la libertad de expresión es un termómetro de la calidad de una democracia. Y hoy en día, gran parte de esa libertad de expresión ciudadana se ejerce a través de las redes sociales.

Dos noticias de hoy viernes van en ese sentido. Por un lado, el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan (en la imagen), que ha declarado este viernes que acepta pero no comparte la revocatoria del Tribunal Constitucional a su orden de bloquear el uso de la red social Twitter en todo el país por tratarse a su juicio de una sentencia que no cumple el procedimiento legal estipulado e ignora los "intereses y valores nacionales".

El Constitucional turco dictaminó el miércoles que el cierre de Twitter por parte del Gobierno viola la libertad de expresión y los derechos individuales de los ciudadanos, si bien no ordenó expresamente al Ejecutivo levantar la prohibición. Pero Erdogan, un líder, digamos, de carácter autoritario, lo ignora: "No me parece ni patriótico ni correcto que este tribunal haya tomado esta decisión solo dos días después de recibir una petición directa cuando hay tantos y tantos casos a la espera. Han protegido a una compañía estadounidense al tiempo que ha ignorado nuestros valores nacionales y morales", ha hecho saber el primer ministro turco, en una especie de pataleta.

El otro caso ha tenido lugar en Cuba, lo cual no es de extrañar, pues se trata de una longeva dictadura comunista poco amiga de las libertades y los derechos individuales, presideida ahora por Raúl Castro. La directora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Josefina Vidal Ferreiro, se ha referido este jueves a la implicación de Estados Unidos en el llamado 'Twitter cubano' y ha pedido a Washington que cese las "acciones ilegales y encubiertas" contra el país, que buscan provocar cambios en el ordenamiento político en Cuba.

El Gobierno estadounidense ha admitido este jueves que su agencia de ayuda internacional (USAID) financió un proyecto de red social para Cuba pero ha negado que se trate de un instrumento para alentar la disidencia. Según Washington, sólo era un canal para que "los cubanos hablasen libremente entre ellos".

No es extraño que EEUU trate de influir en la política de otro país, como ha hecho siempre, lo cual también es criticable. Pero en el caso cubano, esta crítica a EEUU queda en segundo lugar, dado el largo historial de atentados contra la libertad del régimen comunista.

Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com