- Como no ha terminado el conflicto con Argentina, Kicillof ya filtra que no aceptará negociar el pago con un banco de inversión.
- En plata: el acuerdo parece reversible pero si los argentinos intentan pasarse Brufau lo llevará a la Junta de Accionistas.
- Además, un Pemex crecido ya no piensa en marcharse de la petrolera española: ahora exige más poder en la gestión.
- Consejo bélico: el representante mexicano, Arturo Enríquez, insistió en elaborar un comunicado conjunto con más críticas a la gestión de Brufau.
- Se llegó a leer en la reunión la ley de sociedades anónimas sobre el papel de los consejeros.
El Consejo de Administración del pasado miércoles, celebrado en la sede madrileña de Repsol, fue el más duro que se recuerda en la sede de la petrolera. Comenzó con un reproche del presidente de la compañía, Antonio Brufau (en la imagen), hacia el representante de Pemex, Arturo F. Enríquez, por la actitud del presidente de Petróleos de México, Emilio Lozoya, quien ha utilizado a la prensa para arrasar con todo, desde la gestión de Brufau a su salario.
La cosa se calentó, porque Hernández respondió y amenazó con publicar un comunicado paralelo al oficial, ya se imaginan en qué términos. Se le llegó a leer la ley Sociedades Anónimas, apartado correspondiente a las responsabilidades del consejero. En plata, que las críticas a la gestión se hagan dentro del Consejo, no en la prensa, e incluso uno de los vocales le vino a pedir que abandonara su actitud, más bien grosera.
El problema es que los 3.700 millones de euros que el Gobierno argentino se ha comprometido a pagar es una cifra mágica que nadie sabe cómo se va a concretar. De entrada, el impresentable ministro argentino de Economía, Axel Kicillof, ya anda diciendo por Buenos Aires a todo aquel periodista que quiera escucharle que no aceptará ningún banco de inversión intermediario y que, además, será el Gobierno argentino quien decida qué tipos de bonos utiliza para el pago y las condiciones de ejecución y venta de los mismos. En otras palabras, que Repsol puede ver reducida la cantidad de 3.700 millones de euros a nada o casi nada. Otra estafa del leninista ministro de doña Cristina Fernández de Kirchner.
Desde luego, la gestión de Mariano Rajoy y de José Manuel Soria no se puede calificar de grandiosa.
Y hay otro problema, además de Argentina: Petróleos de México. Pemex, crecido por la victoria y por la metedura de pata de Rajoy, ya no quiere vender su 9,3% de Repsol. Ahora quiere crecer, más poder en la gestión y en las grandes decisiones. Y, naturalmente, quiere la cabeza de Antonio Brufau.
Ya lo decíamos en nuestra anterior edición: se supone que Rajoy se metió donde no debía, en la esfera privada, para apoyar a Repsol y dotarle de estabilidad. Lo cierto es que ha conseguido justamente lo contrario.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com