No, no parece que la paz entre Sacyr y Repsol sea posible, entre otras cosas porque ninguno de los dos contendientes la desea. Eso sí, a pesar de sus enfrentamientos internos, el presidente de la constructora, Luis del Rivero piensa luchar hasta el final. Fuentes gubernamentales confesaban a Hispanidad que en el Gobierno Zapatero existe cierto miedo a un Del Rivero desesperado que se disponga a contar todo lo que ha apoyado al Gobierno socialista, si éste le deja tirado. En vísperas de elecciones y tras la Operación Campeón -aunque aquí la acusación es de donación de dinero a cambio de favores-. En cualquier caso, Miguel Sebastián se ha comprometido a apoyar el pacto Sacyr-Pemex hasta el final y la postura inicial de Rubalcaba en contra de dicho pacto se ha suavizado un tanto. Pero lo que sí es cierto es que Del Rivero no está dispuesto a aceptar que el conflicto se eternice. Para ser exactos, no está dispuesto a que sea un Gobierno del PP quien tome cartas en el asunto.
Pero hay más. Como toda batalla entre dos empresas cotizadas, el conflicto se ha trasladado a la CNMV. Aquí viene la primera sorpresa: el presidente del regulador bursátil, amigo personal de Luis del Rivero ha pedido que todos los papeles del caso le sean remitidos: lo llevará él personalmente, algo poco habitual en el funcionamiento de la Comisión. Cuando menos, tendrá que abordar dos frentes. Por una parte, Repsol pedía el martes a la CNMV que investigara los movimientos de acciones habidos durante el mes de septiembre. Repsol anda muy mosca con el papel que Crédit Agricole juega en todo este lío. Al menos en tres aspectos: los franceses son el tercer prestamista del sindicado de 5.000 millones de euros y es, desde luego, uno de los más entusiastas partidarios de la refinanciación. Por otro lado, los franceses fueron uno de los agentes con los que Pemex compró acciones para pasar desde el 5 al 10%. En tercer lugar, Repsol, sospecha que Crédit Agricole ha adquirido, directamente o para sus fondos, acciones de Repsol y, lo que es más importante, estaría buscando nuevos accionistas que apoyarán las tesis de Sacyr y Pemex en el Consejo, donde Luis del Rivero y los mexicanos están en minoría.
Pero hay algo más que también deberá solucionar Julio Segura. Se trata del apartado 6.3 del propio acuerdo de accionistas entre la constructora española y la petrolera mexicana. Para evitar a cualquier precio el lanzamiento de una OPA y quedarse en el 29,8% conjunto, y también, por parte de Sacyr, para evitar que una compañía estatal, que por lo tanto, tira con pólvora del Rey, le juegue una mala pasada, Sacyr incluyó una cláusula en la que se dice que si cualquier administrador comprara acciones por su cuenta, de tal forma que se superara el 30% que obliga lanzar una OPA sobre el 100 por 100, el acuerdo de sindicación quedaría anulado.
Hasta ahí todo comprensible pero se trata de una espada de doble filo, poco recomendable para quien, como Luis del Rivero, tiene una empresa cuya deuda quintuplica su capitalización y que se encuentra dividida: Del Rivero contra Demetrio Carceller y Juan Abelló. En resumen, ¿qué pasaría si cualquiera de los dos, por ejemplo Carceller, primer accionista de Sacyr, adquiriera un 0,3% de Repsol (yo no puedo hacerlo pero él tiene posibles)? Pues que se activaría automáticamente la mencionada cláusula y el acuerdo sería anulado. ¿Pueden hacer tal cosa Carceller o Abelló? Sí que pueden.
Pero lo que más preocupa a Zapatero es el silencio de Luis del Rivero. Los desesperados son capaces de todo.
Eulogio López
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