En el año 1943, los nazis siguen empeñados en su labor de "limpiar" Berlín de judíos. En el mes de abril sale de la vía 17 de la estación de Grunewald un tren con 688 judíos -hacinados en vagones de ganado- en dirección a Auschwicz. El trayecto a la muerte dura seis días. No importa la condición social de los viajeros ni su edad: todos ellos tienen la fatalidad de ser judíos. Dentro de uno de esos vagones viaja la familia Neumann, el progenitor, Henry, lucha denodadamente para encontrar una solución para salvar a los suyos de su fatídico destino…
Como bien ha afirmado, Charlotte Knobloch, presidenta del Consejo Central de los Judíos en Alemania, lo más destacado de esta película de ficción es la clara reflexión sobre "adonde llevan el odio y una ideología que desprecia el sentido de lo humano".
Este drama, correctamente interpretado por todo su reparto coral, condena tajantemente por el Holocausto a los nazis -Las SS- pero no a los alemanes en su conjunto (es muy significativo el enfrentamiento entre los soldados que escoltan el tren y una patrulla del Ejército alemán que se encuentra en retirada y que se portan humanamente con los viajeros judíos).
Rodada con cámara en mano en la mayoría de su desarrollo y prácticamente en un solo escenario (el vagón donde se hacinan más de 100 personas) la película no baja de ritmo ni de interés debido a la autenticidad de las situaciones que relata.
El último tren a Auschwicz resulta una dura travesía para el espectador pero de imprescindible visión.
Para: Los que les gusten los dramas bien hechos sobre el Holocausto