¡Hombre no!, el Rey Juan Carlos I recupera popularidad entre los españoles no porque haya retomado su actividad, sino porque ha vuelto a cumplir con su deber. Se acabaron las altezas serenísimas y los viajes absurdos a lugares absurdos con compañías absurdas. Además, ha tenido que dejar a su hija Cristina a los pies de los caballos porque así lo exigía la justicia y, por último, se ha puesto al servicio de los españoles, aunque sea intentando que las empresas del país obtengan contratos en el Golfo Pérsico.
No es que me agraden los jeques del Golfo, repugnantes tiranías a las que no calificamos de tales porque anhelamos su dinero, pero supongo que es un sacrificio para el monarca que se besuquee con esta gente para salvar empresas en España. Imprescindible no, quizás tampoco necesario pero, a fin de cuentas, por el bien de España.El Rey ha acudido, también al Vaticano, a la ceremonia de canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II (en la imagen junto a la reina Sofía), el Papa que más cariño ha sentido siempre por nuestro país. Y no ha dudado en santiguarse en público, porque llevamos 15 años de monarquía católica de lo más laica, con orden a las cámaras de TV de que, en cualquier ceremonia religiosa en la que intervengan los Reyes, ni se les ocurra enfocarles en el momento de la comunión. No vaya a ser que los católicos talibanes -estamos rodeados de fundamentalistas católicos- vayan a decir quién sabe qué.
En la misma línea, la Familia Real ha vuelto a acudir a la Misa del Domingo de Resurrección en Palma de Mallorca. Hasta doña Letizia estuvo allí, sin esa mirada entusiasta que luce en actos religiosos pero, al menos… estando.
El homenaje a Adolfo Suárez no que organizó el Rey, sino el fallecimiento del principal artífice de la Transición democrática. Pero lo cierto es que supuso un parón en el imparable proceso guerracivilista que atraviesa España.
En definitiva, me importan un bledo las encuestas de Zarzuela a las que alude la prensa cortesana, según fuentes de toda solvencia de la Casa Real. Es decir, de los dos voceros de Su Majestad, Rafael Spottorno y Javier Ayuso, quienes, por el momento, no han hecho otra cosa que poner en berlina a la monarquía española. Pero no dimiten, no. A estos dos progres les encanta servir a su Católica Majestad… mientras dure el chollo.
En cualquier caso, no necesito encuestas, tengo ojos. El prestigio del Rey se va recuperando -aún queda mucho- porque, ya mermado físicamente, está volviendo a cumplir con su deber. Y ojo, lo que le impidió cumplir con su deber no fue su delicado estado de salud sino otras cosas que nada tienen que ver con sus problemas de salud.
Para entendernos, España es una creación del cristianismo y el Rey de España, si quiere seguir siéndolo, y a pesar de todas las apariencias, deberá, si no ser un modelo de santidad, sí debe ser institucionalmente fiel a la esencia cristiana. Esto no lo pueden entender muchos cortesanos pero éste no es el problema.
¿Y doña Letizia Sigue en Tareas Pendientes pero, al menos, ya no da numeritos. Además, parece haberse convencido de que al Rey le quedan aún años de reinado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com