La novela homónima de Patrick Süskind (en la que está basada esta película) se convirtió en uno de los best-seller de los años 80. Algo bastante curioso puesto que hablamos de un relato tremendamente truculento que narra, paso a paso, la historia de un asesino en serie.

 

La traslación al cine de la mencionada novela se ha decantado por el camino espectacular en cuanto a puesta en escena y tradicional en cuanto a narración. Es decir, nada que objetar a la ambientación histórica pero demasiado simple recurrir a un narrador omnipresente para explicar lo que pasa por la mente del protagonista, un ser hermético e introvertido

 

Paris, año 1738. Jean Baptiste Grenouille es un joven humilde dotado de un increíble olfato. Tras convertirse en el aprendiz de un famoso perfumista, Baldini, pasará a trabajar en una fábrica de perfumes con una sola obsesión: aprender a preservar los aromas humanos con el objetivo de crear el perfume perfecto, una esencia digna de criaturas celestiales. Para conseguirlo, Grenouille, un joven tan frío como cruel, no dudará en asesinar a las jóvenes más bellas de la ciudad de Grasse.

 

Con estos mimbres ya pueden imaginarse que la puesta en imágenes resulta de lo más desasosegante. La película está aceptablemente narrada, estupendamente interpretada, pero sigue siendo la historia de un asesino. Un relato fatalista en el que todo es oscuro y tenebroso y del que uno sale, de la sala de cine, con ganas de disfrutar de la luz del sol.

 

 

Para: Los que les gustó el relato de Süskind, a pesar de su morbosidad.