Me ha sorprendido leer el documento de 20 páginas que se va a exponer estos días en el Senado sobre los inconvenientes de la adopción de niños por parejas homosexuales.
Los autores hacen un resumen de más de doscientos estudios estadísticos internacionales de los que se concluye una imagen del mundo real homosexual muy distante de la que nos transmite el cine o la televisión. Voy a citar alguno de los datos para que se entienda a que me refiero. Según el INE el 99,91% de las parejas españolas son naturales hombre y mujer-. Los estudios internacionales revelan que el 42% de los homosexuales reconoce haber sufrido abusos sexuales siendo menor. El 29% de los hijos que adoptan sufren abusos sexuales paternos. El 69% de los que tienen entre 30 y 40 años tienen contactos sexuales con menores de 16 años y el 78% participa en sexo en grupo. En USA tienen una media de 50 parejas durante su vida y la fidelidad a la pareja es del 2%. En Holanda la duración media de una relación estable es de año y medio. En más de 144 informes internacionales se concluye que el matrimonio tradicional es el mejor entorno para criar a los hijos y que los criados por parejas homosexuales tienen problemas psicológicos, falta de identidad sexual, búsqueda del padre o madre que falta, peor comportamiento en las aulas, peores calificaciones y baja autoestima.
Con este panorama se entiende que en privado la mayoría de los homosexuales reconozcan que no les interesa el matrimonio. De hecho en Holanda apenas hay bodas homosexuales. Entonces ¿por qué ese interés de las asociaciones en este proyecto de ley?
Lo primero que llama la atención es que no se trata de una ley específica para regular uniones homosexuales sino de una ley que modifica la actual Ley del Matrimonio, eliminando las palabras hombre y mujer de todo el texto. En una reciente rueda de prensa el Sr. Zerolo presidente de estas asociaciones avisaba que ellos no se conformaban con que se promulgase esta ley sino que iban a exigir todas sus consecuencias en concreto en la educación. Se supone que está hablando de hacer desaparecer las palabras hombre-mujer, niño niña, padre-madre de todos los libros de texto por ser discriminatorias según el proyecto de ley. Ellos mismos tendrían el respaldo legal para ir a los colegios a explicarles a los niños que ellos no son ni niños ni niñas sino que tienen que buscar su identidad sexual a cuya búsqueda seguramente se ofrecerían gustosos. O sea que por un lado nos están vendiendo imágenes sentimentales de dos hombres en una boda dándose un besito que en el 98% de los casos dura menos de un año y lo que ya avisan es que de verdad lo que les interesa es entrar en los colegios.
Ahora quiero hablar de la clase política ¿Piensan alguna vez en el bien común, en las bases que sustentan la sociedad donde han tenido la suerte de crecer? ¿Los votos se pueden vender irresponsablemente a cambio de un ruin beneficio del partido? Decía hace poco ZP en el Parlamento ¿Quién se atreve a decirles que no se pueden casar? Es una pregunta con trampa porque la propuesta de Ley no es de uniones homosexuales sino de modificar la Ley más protegida por todas las Civilizaciones, la de la Familia formada por un hombre, una mujer y sus hijos. La pregunta correcta sería ¿Estamos dispuestos a que nuestros hijos sean obligatoriamente educados en la ambigüedad sexual? ¿Estamos dispuestos a entregar la responsabilidad de adoptar y criar niños a esos hogares?
Miguel Fernández
miguel@ardis.es