Los partidarios del feticidio utilizan a una discapacitada para conseguir sus objetivos

La brutalidad que supone en sí un aborto no cabe en ninguna cabeza humana. Por eso se buscan casos extremos y se presenta la muerte del bebé como única salida. Así lo han hecho en Argentina con el Caso Paraná: una joven de 19 años, discapacitada, que quedó embarazada después de una violación. La madre de la joven acudió al hospital para que le practicaran un aborto.

La ley lo impide y tanto los jueces como la defensora del menor han tutelado el derecho del niño a nacer. Muy acertado, ya que conviene recordad que la criatura es inocente de la violación.

La vida del niño concebido, y la de su madre, importa muy poco al lobby feminista, que ha tomado el caso para forzar la aprobación del feticidio en el país austral. Son conscientes de que los políticos se muestran muy sensibles al ruido de la calle: el 28 de octubre Argentina renovará a la mitad de la cámara, un tercio del senado y decidirá si Kirchner sigue siendo presidente. Y de ese ruido ya se están encargando los abortistas, a pesar de que al sentido común de la gente el aborto aún le siga produciendo repulsa.