No sólo las comunidades del PP, sino también las del PSOE, cederían frecuencias a Unidad Editorial. Todo ello dentro del pacto entre el director de El Mundo y Miguel Barroso, asesor de ZP. El objetivo final es que Federico Jiménez Losantos, a quien Barroso no deja de alabar, abandone la COPE y se convierta en la estrella del nuevo Grupo. Al final, quedaría El Mundo frente a El País y a izquierda y derecha, Planeta y La Sexta
No se puede entender lo que ocurre en España sin considerar la amistad –interesada, pero muy fructífera- que une al director de El Mundo, Pedro José Ramírez, con el ex secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, principal asesor político y mediático de Rodríguez Zapatero, el mismo que ha aconsejado conseguido el fichaje de los relaciones públicas norteamericanos Roger and Cowan, del que dábamos cuenta en nuestra anterior edición de Hispanidad. Por decir algo, Barroso encargó a Pedro J. que convenciera a Mariano Rajoy para aceptar el nombramiento de Luis Fernández como director general de RTVE… y coló.
No sólo eso, Barroso es -no se asusten- uno de los grandes defensores de Federico Jiménez Losantos, el locutor estrella de la COPE, así como de su diario en la red, Libertad Digital, cuyo éxito se basa, precisamente, en la propaganda de la Cope. Barroso siempre ha defendido que Libertad Digital es una "revista de pensamiento", alejada, por tanto, de los confidenciales chantajistas y miserables de Internet, que tanto molestan en Moncloa. No sólo eso: Barroso siempre ha defendido que Federico no convence más que a los convencidos, no le quita un solo voto al PSOE, al tiempo que galvaniza a las masas y hace que el votante del PP se roa el hígado escuchándole, subidón de adrenalina que no molesta, lo que se dice nada, a La Moncloa. Para Barroso, Pedro J. y Federico contribuyen al mantenimiento del oligopolio político y mediático: PSOE contra PP, El País contra El Mundo. Todo controlado.
Con la compra de Recoletos y la crisis interna de Vocento (ver Hispanidad), Pedro J. Ramírez ha visto abiertas muchas puertas. Ahora ya controla el segundo diario de información general, y el primero económico –así como el primer deportivo-, ahora quiere controlar Vocento, lo que conlleva el ABC y el principal grupo de prensa regional de España, y no olvidemos que la prensa regional tiene el horizonte de subsistencia más despejado que la prensa de alcance nacional.
Pero lo que siempre se le ha atragantado a Pedro José es la radio. Onda Cero se la quitó Planeta, y los obispos se niegan a venderle la COPE, porque una cosa es tener dentro a Federico y otra cederle la propiedad. Lo ha intentado con Marca, pero su grupo de 45 emisoras deja mucho que desear, entre otras cosas porque no está clara la legalidad de las mismas. Ahora que se conceden las nuevas licencias de FM, Pedro J. y Federico buscan el apoyo de las comunidades del PP, sí, pero ese apoyo lo dan por descontado. No, lo que quieren es el apoyo de las comunidades del PSOE, y ese Barroso, el hombre que más susurra en la oreja de ZP, así se lo ha prometido. Es un pacto al máximo nivel. Y si la operación Vocento sale adelante, las emisoras de Punto Radio sumarían un plus. Se trata de conseguir 200 postes emisores, ni uno más ni uno menos. En el entretanto, el objetivo consiste en mantener la actual situación en COPE: de esta forma, la marcha de Federico Jiménez y César Vidal dejaría huérfana a la cadena de los obispos, ahora mismo secuestrada por la pareja de periodistas.
Y es que a Barroso no le importa un medio de derechas, con tal de que sea derecha progresista: un medio de ideario católico le preocupa mucho más.
Al final, estaríamos ante la consagración del oligopolio. Pedro J., con Rizzoli Corriere della Sera (RCS) de pagano, frente a la PRISA de los Polanco. A la izquierda de éstos, por decir algo, se situaría la Sexta, donde mandan los amigos de Barroso, y a la derecha de Unidad, se quedaría Planeta, propietaria de A-3TV, La Razón y Onda Cero. Es el oligopolio o victoria del pensamiento único, pues ambos grupos, progresistas de izquierdas y progresistas de derechas, no serían más que dos caras de una misma moneda. Lo importante es que no surja un multimedia de ideario católico.
Queda la tele, sí, y Pedro J. Ramírez siempre ha creído que el objetivo debía ser Telecinco. Pero eso es muy complicado, es una lucha, no en esa colonia del suroeste de Europa llamada España, sino en la metrópoli, entre dos tiburones italianos: Berlusconi y RCS. Palabras mayores hasta para Pedro José.