Sr. Director:

Mucho se especula estos días sobre el aborto sin que nadie traiga a colación el valor innegable de la maternidad. Hablo con conocimiento de causa después de haber tenido una familia numerosa. Creer en el hijo como fuente de satisfacción hoy es desmentido por quienes alardean del hijo único, como resultado de una decisión ponderada y muy "libre". Pero la razón por la que hoy ya casi nadie se anima a traer hijos al mundo es   pura comodidad. Se piensa ante todo en lo que él nos va a quitar: sueño, dinero, y toda clase de mezquinas sinrazones.

La verdadera razón estriba en que uno no quiere comunicar la vida porque para él o ella ha dejado de tener un sentido vibrante y lleno de esperanza. Sin Dios en el horizonte, ¡qué difícil es plantearse retos maravillosos! Y un hijo es lo más maravilloso que nace del amor: una criatura que se abre a nuestro cuidado y nos da amor cuando más lo necesitamos.

Un hijo es lo máximo a lo que puede aspirar una familia, y no uno sino muchos, porque cada uno es un regalo personal e íntimo que Dios le confía a la pareja matrimonial como signo de su confianza.

María Ferraz

fermar42@gmail.com