Aparece Lorenzo Milá en pantalla. Nos informa de la exitosa operación para restaurar tejidos isquémicos, en dos pacientes que sufrían anginas de pecho. O han realizado en el madrileño hospital de la Princesa. Milá nos informa a los profanos que ello ha sido posible gracias a la utilización de "células madre", sin segundo apellido, así que no lo dudo: se trata de células madre adultas. Pero ni el Milá-conductor ni la redactora que desarrolla el reportaje pronuncian el segundo apellido de las células: lo hace uno de los médicos protagonistas.

Natural: se trata de mantener el engaño y la ambigüedad calculada entre células madre adultas y células madre embrionarias. Así que habrá que contrarrestar el equívoco con aclaraciones. Al menos éstas tres:

1. Las células madre adultas son eso, células, y no implican la muerte de nadie. Las células madre embrionarias no son tales, sino embriones, y su utilización significa la muerte de una persona genéticamente individuada, distinta del padre y de la madre y con un mapa genéticodonde ya figuran muchos de los caracteres de adulto .El embrión es una persona. O como dice Benedicto XVI: Dios ama al embrión.

2. Las células madre adultas no provocan rechazo, porque se sacan del mismo individuo. Las células madre embrionarias, por contra, no sólo pueden provocar rechazos, sino que son más totipotentes… tanto que provocan tumores.

3. No necesitaba que Milá no especificará el segundo apellido. Debí saber antes que se trataba de células madre adultas, dado que se estaba trasmitiendo una operación quirúrgica exitosa. Porque esa es otra: los científicos punteros de la genética han conseguido matar muchos embriones pero no han curado ni una gripe.

Pero ahora, el único éxito de la utilización de embriones no es su utilización sino su selección. Es decir, provocar muchos embriones y seleccionar aquello que pueden resultar más adecuados para ser ‘injertados' en la madre. El resto, sus hermanos, son masacrados. El hombre decide cuál de sus semejantes viven y cuáles mueren. Y si ninguno es válido, se aniquilan todos. ¿No les recuerda eso lo que hacían los nazis? En el fondo, los chicos de Adolf sólo seguían la vieja conseja: "Seréis como dioses", dueños de de la ciencia del bien y del mal, de la vida y de la muerte.

Por cierto no se pierdan la entrevista publicada por el diario ABC con el doctor John Wagner, que señala el camino a seguir, con todas las espléndidas posibilidades de las células madre adultas y sin necesidad de matar a ningún inocente.

Eulogio López