No habrá nuevos impuestos verdes, aunque según el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, a largo plazo, toda Europa avanzará en esa línea que permite cumplir con el objetivo de quien contamina, paga, al tiempo que da margen para rebajar otros impuestos. O sea, se trata de cambiar la cesta de los impuestos balanceando de manera diferente. Pero eso no lo va a hacer el gobierno en el corto plazo, porque significaría distorsiones entre nuestro país y nuestros socios en términos de competitividad. O dicho de otra manera: no vamos a volver a ser los más listos de la clase.

¿Qué es entonces lo que sí vamos a hacer? No se crearán impuestos nuevos, pero sí se utilizarán los existentes que ya graban cuestiones medioambientales para que reflejen mejor el impacto medioambiental. ¿Eso qué es lo que es? Que dirían en Almería. El secretario de Estado se muestra bastante opaco, aunque sugiere que podría ir por la vía de subir el impuesto sobre matriculaciones. Ya saben, quien contamina, paga. Sobre todo si va en transporte privado.

Por cierto que Ocaña afirma que no hay nada planteado en relación al impuesto sobre electricidad una vez que se apruebe la subida de tarifas. El Gobierno no piensa utilizar el mecanismo fiscal para paliar el efecto inflacionario de la subida de tarifas. ¡Faltaría más! Y una cosa más: el 1 de enero, el gobierno subirá el impuesto sobre hidrocarburos para adecuarse a la directiva comunitaria. Una reforma casi técnica en opinión de Ocaña, porque se trata de tan sólo un céntimo por litro. Más allá de este reforma no tenemos planes de futuro ni en biocarburantes ni en hidrocarburos, aclara el secretario de Estado.