Sr. Director:
La vida es el don más precioso que el Creador nos ha regalado. El derecho a la vida, es anterior a otros derechos tan fundamentales como el derecho a una vivienda digna y a una buena alimentación. Incluso atenciones tan necesarias como la sanidad y la enseñanza quedan en nada si antes no se ha alcanzado el derecho a la vida. En torno a éste podemos resaltar diferentes aspectos que convergen entre si para alcanzar una meta: el comienzo de una nueva vida. Nos referimos al embarazo, al parto y a la recuperación posparto.
1.- Ser madre. La salud materna requiere una atención especial durante el embarazo para que el niño que lleva en su seno llegue sano y salvo al precioso instante del alumbramiento sin que corra peligro la vida de ninguno de los dos.
2.- Nacer. El momento del parto, aun siendo el más traumático para madre e hijo, es el ‘menos complicado' de atender: la naturaleza es sabia y el instinto materno es fuerte. Sin embargo es preciso tener en cuenta las condiciones de salubridad de los utensilios y del lugar para evitar infecciones innecesarias.
3.- Vivir. Mucho más importantes son los cuidados para que la recuperación posparto llegue a buen término, tanto la madre como el niño ya nacido necesitan ser atendidos como es debido en estos primeros momentos tan delicados y decisivos. A este respecto debemos resaltar que el 70% de las madres que mueren en las zonas más pobres de Perú lo hacen entre la primera y la segunda semana después del parto.
Parece que desde nuestra civilización todas estas reflexiones sean de tal obviedad que no merezcan ninguna mención. Sin embargo, en los países más pobres, cuando corre peligro la vida de la madre o la del niño, queda demostrado que los avances técnicos y médicos actúan como verdaderos ángeles de la guarda salvavidas. Recientemente hemos conocido un claro ejemplo de ello en un país rico.
El pasado 24 de octubre de 2006 nació en Miami (EEUU) una niña con sólo 22 semanas de gestación. Amillia Taylor pesó 283 gramos al nacer y midió 241 milímetros, el tamaño de un bolígrafo. Los médicos no tenían mucha esperanza en que pudiera sobrevivir debido a los problemas respiratorios y a una leve hemorragia cerebral. Pero Amillia se empeñaba en respirar, quería vivir. Todo un milagro y un ejemplo de lucha por la supervivencia que no hubiera sido posible en ningún país subdesarrollado con carencia de medios técnicos: si el lugar elegido por Amillia para nacer hubiera sido cualquier poblado Alto Andino del Departamento de Ancash, donde Mapayn Mundi actúa, la niña sin duda estaría muerta, y la madre habría sufrido las complicaciones de un parto tan prematuro.
Paradójicamente, en aquellos países civilizados en los que sí se dispone de lo necesario para salvar una vida tan frágil e indefensa, se permite el aborto legal de niños que tienen la misma edad que Amillia. Así, mientras en el Quirófano 1 de un hospital cualquiera nace un bebé de 22 semanas de gestación, en el Quirófano 2 del mismo centro se está practicando un aborto a una señora que lleva 22 semanas de embarazo.
Benedicto XVI no se cansa de repetir «que la verdad que Dios ha revelado sobre la persona humana, nos exige reconocer y proteger la santidad de la vida desde el primer momento de su concepción hasta su muerte natural».
Es triste, incomprensible, ¡de locos! Disponemos de preparación personal y técnica para salvar vidas y, sin embargo, parece que en los países ricos hemos perdido ese amor por la vida que sí tienen aquellas personas con dificultades para atender sus necesidades más elementales. ¿A cuántos niños con 22 semanas de gestación abortan los países ricos al día? ¿Cuántos niños con nacimiento prematuro mueren al día en los países subdesarrollados por no disponer de medios adecuados para su atención? ¿Cuántas madres de países en vías de desarrollo ven morir a sus hijos recién nacidos? ¿Cuántas de estas madres mueren durante el embarazo, el parto o ya en la recuperación posparto?
En todo el mundo celebramos el 25 de marzo el "Día del niño por nacer", es el día en que María fue concebida por obra del Espíritu Santo, el día de la Anunciación a la Virgen. La fecha fue sabiamente elegida por la Iglesia Católica para recordarnos que la vida comienza exactamente en el preciso instante de la concepción: la Encarnación. Idea que posteriormente fue recogida por los legisladores de países como Perú, convirtiéndose en la Ley 27.654 de la República. Así, el 25 de marzo celebramos el "Día del niño por nacer" y nueve meses después, el 25 de diciembre, festejaremos el feliz día del "Nacimiento" a la vida.
El Perú exhibe una de las tasas de mortalidad infantil más altas de toda América Latina. Según la hermana Fedelina Berrú Peña, presidenta de la Comunidad Local de Administración de Salud CLAS Huacho, "en el Centro Poblado de Huacho de la Cuenca Alto Andina existe un elevado índice de mortalidad materna posparto y peri natal, llegándose a un promedio superior al 25 por cien". Además, y desde su acreditada experiencia, asegura que este elevadísimo índice de mortalidad se debe "a que no se cuenta con los equipos necesarios para brindar la atención inmediata y adecuada a las pacientes gestantes y a los recién nacidos".
El 92% de estas muertes neonatales en la primera semana de vida fueron a causa de enfermedades del aparato respiratorio, infecciones, encefalopatía hipóxico isquémica y malformaciones congénitas. Según los voluntarios que trabajan en diversos centros gestionados tanto por Mapayn Mundi como por otras organizaciones, estas muertes están principalmente relacionadas con la insuficiente atención inmediata al recién nacido, lo que demuestra que la mayoría de los hospitales peruanos no cuentan con la tecnología adecuada.
También un estudio de la fundación peruana Instituto Hipólito Unánue establece que "la mortalidad peri natal guarda relación inversa con el número de controles prenatales; ya que la posibilidad de detectar un factor que signifique riesgo peri natal para controlarlo y evitar daño al producto, sólo puede estar dado bajo un programado y adecuado control durante la gestación. La falta de control prenatal, es el factor más grave de alto riesgo, pues sólo la madre llegará en busca de asistencia tardíamente en el curso del parto, sin conocerse nada de ella, sin exámenes auxiliares, sin historia clínica, afectada en algunos casos con enfermedades intercurrentes, con complicaciones del embarazo ya establecida, distocias en marcha, etc.; todo lo cual puede ya definitivamente haber ocasionado daño irreparable al futuro recién nacido".
Y si la esperanza de vida de los peruanos recién nacidos es baja, la situación de las mujeres de la Región Alto Andina de la cuenca del río Sechín tampoco es un camino de rosas a la hora de formar una familia. Se trata de mujeres pobres, con un bajo nivel educativo y una elevada tasa de fecundidad. Mueren dos mujeres al día debido a complicaciones en el embarazo o en el parto. Las principales causas son la hemorragia obstétrica, el aborto espontáneo, las infecciones y la hipertensión inducida por el embarazo; siendo la tuberculosis y la deficiente nutrición factores que también influyen indirectamente en el incremento de la mortandad materna.
Un elevado número de mujeres gestantes de la Municipalidad de Quillo no acuden a los escasos centros de salud ni para llevar un control de su embarazo ni en el momento de dar a luz. Las futuras madres de la zona no asumen como un hecho natural la visita al ginecólogo, y ese temor a que las reconozcan los médicos –a parte del miedo a no poder pagar el desplazamiento, al médico o las medicinas- es una de las principales causas de la elevada tasa de mortalidad de madres y bebés recién nacidos.
Está bien claro, para conseguir reducir los niveles de mortalidad materna e infantil es preciso mejorar la cobertura de calidad en los centros hospitalarios, urge crear unidades especiales para poder atender emergencias y complicaciones en embarazo y parto. Lo más importante es conseguir que todas las madres gestantes puedan acudir –y quieran hacerlo- a los controles prenatales periódicos. Algo tan sencillo y habitual como hacerse una ecografía puede salvar muchas vidas.
Raul Sempere Durá
raulsempere@torrelche.com