Su mezcolanza con la ley de violencia de género está resultando letal para la española
No fueron pocos los que dijeron que la Ley del divorcio express, aprobada el mismo día que el gaymonio, iba a disparar las separaciones y divorcios en España. Pues bien, todos ellos acertaron. Como puede verse, el divorcio se ha disparado en España. La clave de la ley consiste en que, como afirmó con entusiasmo la vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, "a nadie hay que preguntarle por qué se divorcia". Desde entonces, en España romper un compromiso matrimonial es mucho más sencillo que romper un compromiso mercantil o un contrato de alquiler.
Además, el cóctel explosivo se ha formado entre la ley de divorcio y la ley de violencia de género, dado que los abogados aconsejan siempre a sus defendidas que, para acelerar trámites y para imponer las tesis de sus clientes, que la esposa –hoy es la mujer quien toma la decisión de divorciarse, no el varón- acuse a su esposo de haberla agredido. A partir de ese momento, toda la maquinaria judicial y policial se vuelve en contra del varón, quien pierde hijos y patrimonio... si es que no termina –o comienza- en prisión.
La publicación de esas cifras coincide con la petición de todo el lobby feminista del PSOE de una nueva ley contra la violencia de género que intensifique más, más aún, la persecución contra el varón. Mientras tanto, como era previsible, la violencia de género continúa creciendo en España.