Pero esto de tener que estar en el proscenio es tarea ardua. La última: Gómez ha pedido a la Iglesia Católica que renuncie a su asignación tributaria como solidaridad en tiempos de crisis.
Momento insigne éste para recordar lo sabido y lo no tan sabido: marcando la casilla de la Iglesia católica no estás pagando más impuestos (como ocurre en Alemania, donde sí existe un verdadero impuesto religioso, aunque los progres no se hayan enterado y lo conviertan en ejemplo a seguir). Simplemente, un 0,7% de lo que igualmente vas a pagar, decides si va a la Iglesia, a las ONG o se lo queda el Estado.
Lo que es menos sabido, o menos considerado, es que ese 0,7% es el único apartado, de todos tus impuestos sobre la renta y del conjunto de gravámenes con los que nos vapulea el Estado- donde el ciudadano es libre para elegir el destino del dinero que se le quita de su bolsillo. El resto, es un cheque en blanco que se le entrega a Zapatero, o a los barones autonómicos para que hagan con ello lo que les venga en gana.
Así que deberíamos, no sólo aplaudir la asignación tributaria, sino tomarla como modelo y reclamación para avanzar en libertad fiscal, esto es, en poder elegir dónde va parar nuestro dinero. Un panorama excitante, ¿verdad?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com