La termosolar y la fotovoltaica suponen encarecer el coste de toda la energía un 25% y sólo cubren el 5% del consumo.
Las nuevas tecnologías renovables, fundamentalmente las solares, han disparado los costes globales de la energía, que se han visto encarecidos por la proliferación de proyectos sin una base industrial que les dé soporte, al contrario de lo que sucede con la eólica.
Las instalaciones renovables ya asignadas hasta 2013 supondrán unas primas anuales de 6.300 millones de euros, el triple que en 2008. La mayor parte de esta cifra corresponde a tecnologías no maduras, como la termosolar o la fotovoltaica, mientras que la eólica es en la actualidad la única energía renovable que contribuye significativamente a la producción y que tiene un coste más competitivo. Así, la termosolar y la fotovoltaica suponen encarecer el coste de toda la energía un 25% y sólo cubren el 5% del consumo.
En concreto, la producción fotovoltaica estimada en España para el año 2012 supondrá un 3% del total, con un coste del 15% (más de 5 veces) y la termosolar un 2% con un coste del 8%, mientras que la eólica se ha convertido en la tecnología más competitiva y aportará un 18% de la producción con un coste del 19%. Así, producir un MW/h con parques eólicos cuesta, con prima incluida, 102 euros, pero ese mismo megavatio hora generado con energía solar eleva el coste hasta los 356 euros -termosolar- o incluso los 399 euros -fotovoltaica-, cuando su eficiencia energética es muy inferior.
La planificación aprobada por el Parlamento en el año 2001 fijaba la instalación del orden de 13.000 MW eólicos, 400 MW termosolares y 400 MW fotovoltaicos para el año 2012. Esto se ha superado totalmente y en la actualidad ya hay proyectos por 20.000 MW eólicos, 5.000 MW fotovoltaicos y 3.000 MW termosolares. De hecho, España va a alcanzar entre 2009 y 2010 los objetivos eólicos fijados para 2012 y, mientras esta energía produce mucho y su nivel de prima es razonable, otras tecnologías, como la termosolar, han multiplicado por diez las metas previstas -de 400 a 3.000 MW- e implicarían un encarecimiento del recibo de la luz del 10%.
No cabe duda de que las renovables -y en particular la energía eólica- deben tener un especial protagonismo en el sector energético por su capacidad para impulsar la actividad industrial, por su contribución a la sostenibilidad del sistema -al reducir la dependencia energética del exterior y no producir emisiones contaminantes- y por su alto componente de innovación.
Con la resolución del registro de preasignación de las instalaciones renovables aprobada recientemente, el Gobierno está introduciendo en el sistema eléctrico un exceso de una tecnología muy poco competitiva, la termosolar, frente a otras alternativas, como la eólica, que son mucho más eficientes. Además, la termosolar no tiene un potencial sensible de reducción del coste de las energías renovables en el medio plazo.
Si se ejecutan todos los proyectos termosolares previstos, se producirá un incremento muy significativo del déficit de la tarifa, con el consiguiente impacto para la factura del consumidor.
Además, es posible que varios de los adjudicatarios de estos proyectos termosolares, que no tienen una vocación de permanencia en el sector, aprovechen la oportunidad para obtener un rápido beneficio en la construcción de las instalaciones, algo que los consumidores y el sistema eléctrico podrían tener que soportar durante muchos años.