Si no fuera trágico, resultaría cómico. Una renovación de cajas de ahorros, innecesaria y que nos puede salir por los 90.000 millones de euros, una cifra que deja enana a la crisis bancaria de los años ochenta, donde se emplearon -en el más generoso de los cálculos- 12.000 millones de euros- para salvar a 50 entidades.
Pues bien, las peleas continúan. Los equipos directivos quieren fusionarse pero los políticos regionales no quieren. La última, la Generalitat catalana no quiere que Caixa Laietana acabe en manos de Caja Madrid. Eso es sabido, lo que no es sabido es que el pasado fin de semana la Generalitat, en su obsesión antimadrileña, intentó endilgarle a La Caixa una entidad que ésta ya ha había rehusado. En su momento, a Isidro Fainé le habían dado a elegir entre Girona, Penedés y Laietana y eligió la primera. Ahora, con tal de que no se la lleve Rato, le han querido colocar Laietana. Suma y sigue.
Además, la verdad es que a Caja Madrid no le interesa en exceso las cuatro cajas con las que ahora va a matrimoniar. La que realmente le interesa es Bancaja. Juntas superarían a La Caixa, con unos activos de más de 300.000 millones de euros. Sin embargo, Rato se ha topado con el veto político y todavía no ha conseguido ni tan siquiera una reunión de directivos, de profesionales. En definitiva, sólo hay una cosa en la que Eduardo Zaplana y Francisco Camps están de acuerdo: Bancaja no debe ser para Rato. Y sí, Zaplana sigue moviendo hilos en Valencia.
Mientras tanto, todo el sector se ha rendido y ha comenzado un proceso de fusiones innecesarias pero aceleradas. Todo el mundo está dispuesto a coger dinero del FROB al 7,75% de interés, sabedores de que, aún con la amenaza de intervención, ese dinero no se pagará. El plan de los más ortodoxos consiste en cambiar le dinero del FROB por cuotas participativas, lo que aceleraría las desapariciones de las cajas de ahorros y su conversión en sociedades anónimas. Al final, como ya hemos informado, será la inflación quien pague el innecesario saneamiento.
Por lo demás, todo está en orden.
Eulogio López
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