Pues bien, de ese 11,9% de compra de activos, nace, o más bien resucita, la división inmobiliaria del Banco Popular. La dirige Pedro Rodera, ex consejero delegado de Realia. Y ya están conrtratando arquitectos y profesionales para dotarla de estructura suficiente. La valoración conjunta de los activos es de 2.000 millones de euros, de los que la mitad son suelo y del suelo, el 95% es urbanizado o urbanizable; sólo el 5% es rural. Los bienes están escriturados a precios de mercado actual, pero suponen cerca de un 35% menos que su valoración antes de la crisis, lo que no significa que hayamos tenido una minusvalía del 35%, matiza el director general corporativo del Banco Popular, Jacobo González-Robatto.
¿Y qué harán con esos inmuebles? Aguantar. Como todos los inmobiliarios. No van a malvender. No tienen prisa, están convencidos de que son buenos activos y que no tienen por qué malvenderlos. Además, nos hemos dado cuenta de que la gente es insensible a la bajada de precios; hay mucho buscachollos, apunta González-Robatto.
No obstante, el director general Corporativo, se muestra partidario -a título personal- de rebajas fiscales que movilicen el mercado. Señala que con los automóviles se ha demostrado la sensibilidad de la demanda a los estímulos fiscales y considera que con el 'ladrillo' el efecto sería similar. Considera además que no habría merma de recaudación porque se incrementaría la actividad. Pero eso siempre a título personal. Más que nada porque prefiere no meterse en política. En primer lugar por mostrarse amigo personal de Campa. Y en segundo lugar porque hasta ha llegado a señalar que hay signos de desaceleración en la caída. Poderoso caballero es don Gobierno.