Sr. Director:

No hay duda ya, de que el tema de la conducción se ha convertido en todo un reto para el Gobierno y las distintas (¿iguales?) administraciones. La cantidad ingente de semejantes que dejan escapar la vida en un goteo constante gracias a nuestras (¿o europeas?) carreteras, no se puede permitir por más tiempo. Y lo veo bien, claro.

Pero no me gusta esa actitud insidiosa, mezquina y arrogante de sacar tajada de las desgracias ajenas: querer recuperar con sucios billetes aquello que se ha perdido, no sólo por la imprudencia de algunos -quizá locos, tal vez temerarios, puede ser que, simplemente, impetuosos-, sino también por el lamentable estado de las vías, por la falta de visibilidad, por la ausencia de señales o mala localización de éstas; no es de recibo, es una falacia.

Ahora tenemos el carné por puntos (qué gracia, ¿no?: cuán poco nos cuesta perderlo y cuánto recuperarlo; y se trata al fin y al cabo de los mismos puntos)... ¿y qué? ¿De qué ha servido...? Pues ha servido, para que pudiésemos comprobar las vergonzosas infracciones al volante de quien nos da ejemplo, día sí y día también, sobre prudencia en la conducción: el señor Director General de Tráfico, Pere Navarro.

Este sarcasmo personificado en una hipérbole de desgracias, se atreve a pasarse por el forro -perdónenme la expresión- todas las normas sobre circulación; y no le quita el sueño sobrepasar en 40km/h. los límites permitidos en vías interurbanas. ¿Y qué dirá a esto el afectado? Nada, porque ya tiene a los suyos trabajando para eximir responsabilidades sobre otros menos afortunados: el resto de los mortales españoles. Será que a él no le quitan puntos...

Álvaro Cosculluela

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